Vicente Berenguer - Ángel Saiz

 

El teuladino (natural de Teulada) Vicente Berenguer

ha abierto decenas de escuelas

durante sus 50 años en Mozamibque

 

 

 

El pasado 29 de noviembre el diario Levante, de Valencia, publicaba, con este titular, un artículo sobre nuestro compañero y amigo misionero Vicente Berenguer, “El misionero valenciano - decía - que revolucionó la educación en el Mozambique marxista”. 

Cuenta Vicente Berenguer Llopis - decía el periódico levantino - que el gobierno marxista de Mozambique recelaba y creía que podía ser un infiltrado de la Iglesia, pero, al mismo tiempo, la jerarquía eclesiástica no terminaba de entender que él, un misionero, formara parte del Ministerio de Educación mozambiqueño. Pero este teuladino, que ha pasado 50 años en el país africano, seguía a lo suyo, que era abrir más y más escuelas y hacer posible que los niños y jóvenes pudieran estudiar y escapar de la pobreza.

«La auténtica revolución es la educación», proclama Berenguer, que desde 2017 vive en Gata de Gorgos con su hermana Paquitina (este pueblo lo acaba de nombrar hijo adoptivo, título que ya le dio el Ayuntamiento de Valencia) y que está deseando que pase la pandemia para regresar a Mozambique. «Teníamos el billete prácticamente comprado para ir de visita a Mozambique y llegó el coronavirus. Estamos construyendo cinco aulas en un instituto en los suburbios de Maputo y tenemos que llevar ordenadores para la clase que será de informática», afirmaba Vicente, de 83 años.   

Llegó a Mozambique en 1967. Apenas tenía 30 años. El país era una colonia de Portugal y ya luchaba por su independencia, que obtuvo en 1975 (gracias, por cierto, en buena medida, a “los padres de Burgos”, es decir, lo misioneros del IEME). El misionero de Teulada vivía con los nativos y entendió en seguida que la mejor vía para que salieran de la extrema pobreza era darles estudios. «Había una gran desigualdad entre los nativos negros, que vivían en la total pobreza, y las clases dirigentes blancas», recuerda. El régimen colonial consideraba sospechoso a Vicente Berenguer. «La policía me llegó a interrogar cinco veces». Pero él estaba consagrado a abrir escuelas.

También estuvo en localidad mozambiqueña de Ressano García, cerca de la frontera con Sudáfrica. “Aquellos niños no tenían nada. Sus padres habían ido a trabajar a las minas y muchos habían muerto. Los chicos paseaban por las calles. Pensaba que la forma de darles un futuro era facilitarles los estudios. Ahora me escriben y son abogados y médicos», explica el «padre Berenguer», que es como lo conocen en Mozambique.

Cuando el país africano logró la independencia, fue nombrado director del Instituto Industrial y Comercial de la ciudad de Tete, donde daba clases de economía política e historia. También formaba parte del ministerio de Educación que dirigía Graça Machel. El misionero teuladino seguía defendiendo contra viento y marea a sus alumnos y no tenía miedo de enfrentarse al entonces gobierno marxista. Llegó a estar cuatro días preso. Pero también viajó como representante del ministerio de Educación mozambiqueño a Cuba. «Imagínate, ¡un sacerdote que representaba a un gobierno marxista en otro país marxista! Les chocaba que en mi pasaporte constara que era un religioso católico. Y me preguntaban: ‘¿pero usted es cura de los que dicen misa?’ Les decía que ellos desde su ideología querían educación para todos, sanidad para todos, habitación para todos... Es lo mismo que pretendo yo desde mi fe. Mientras su ideología propugnara que la educación debía ser para todos, íbamos a estar en el mismo bando, ya que eso es también lo que dicta mi fe».

Con ayudas de España (la ONG Amics del Tercer Món aportó algo más de un millón de euros) y de Alemania, Vicente Berenguer siguió ir abriendo escuelas y fundó también el centro de secundaria «Eduardo Mondiane», donde ahora hay 4.437 alumnos y 245 jóvenes se han graduado en el último curso en bachillerato.

En 2018 Vicente Berenguer publicaba su libro El árbol de los secretos. Un viaje el universo de Vicente Berenguer, en el que, a partir de imágenes y pequeños textos que rozan la prosa poética, se cuenta la historia del misionero de Teulada que ha estado durante 50 años trabajando en mejorar la educación en Mozambique. Tras un viaje al país africano en abril de 2016, los autores plasmaron en un libro, el trabajo realizado por Berenguer, sobre todo en el ámbito educativo donde el padre Vicente (como se le conoce) ha creado decenas de escuelas, institutos e internados y ha conseguido escolarizar a miles de personas desde que llegó en barco hace más de medio siglo. Debido a ello, recibió el título de Hijo Adoptivo de la ciudad de Valencia concedido por el Ayuntamiento de la capital valenciana.

Finalmente, aparece también un listado de reconocimientos entre los que se encuentra el de Hijo Predilecto de Teulada, Hijo Adoptivo de Valencia, Distinción de la Generalitat Valenciana. Es también Premio 9 d´Octubre de la Generalitat Valenciana y Premio de la Fundación por la Justicia por su trabajo en defensa de los derechos humanos.

 

Mi día a día, afirma, “ha cambiado mucho, ahora comienzo la jornada leyendo, voy a ver a los alumnos del Tapis de Gata, que disfruto estando con ellos, ayudo en la Iglesia lo que el cura me mande (entre risas), porque ellos saben que soy especial, porque estoy acostumbrado a otro tipo de celebraciones, más participativas, donde la gente bailaba, cantaba, nos abrazábamos”.

 

Aunque Vicente eche de menos su Mozambique también muestra su satisfacción de estos reconocimientos, porque son un premio a todos lo que han cooperado conmigo a lo largo de estos años, como los ayuntamientos de Gata de Gorgos, Teulada, Xàbia, Pedreguer, organimos como Amics del “Padre Vicente de Teulada” y otros organismos no gubernamentales de España y Alemania y a través de la gran labor de la ONG Amics del Tercer Món.

 


 

Comentarios

  1. Se le había olvidado comentar que el primer proyecto fue el "LICEU SAO JOAO BAPTISTA" de Moatize. Él fue el impulsor; nosotros fuimos los ejecutores ya que él cambió de misión, se fue a Changara a domesticar burros (es broma) y a fundar nueva misión y nueva escuela.
    Estoy seguro que el gobierno de Mozambique le debe mucho, no sé cuánto se lo agradecerá, pero es seguro que el pueblo no lo olvidará nunca, tanto por su labor como por su modo de ser tan cercano. También para los compañeros ha sido una válvula de escape, un motivo de relax con sus bromas y su hábito dicharachero... ¡Todo un fenómeno!

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