Eustaquio Larrañaga - Víctor Beramendi

 


EUSTAQUIO LARRAÑAGA LIZARRALDE

                                                Víctor Beramendi Eguilaz
                                                Getxo a 12 de enero de 2021  

        Notas de mi relación con Eustaquio Larrañaga, Rector del Seminario de Alzola.


Formadores del Seminario de Alzola (Guipúzcoa), hacia 1960.
Eustaquio Larrañaga, en el centro, con barba.

        Eustaquio fue el Rector del Seminario Menor de Misiones de Alzola. Fue también su ideólogo, su fundador, el que hizo posible su realidad, el que vivió día a día el
Seminario vitalizándolo desde su comienzo hasta el final, el que lo defendió en todos
los marcos y los ámbitos posibles incluido el más íntimo y familiar del IEME y el que se
encargó de venderlo cuando así lo dispusieron sus superiores. Eran otros tiempos y los
coletazos del 68 se dejaban notar aun en los ámbitos más eclesiales, fruto de ese
nuevo movimiento se procedió a la clausura del mismo y pese a no estar de acuerdo
con esta corriente nunca fue crítico con la decisión adoptada y llevó a cabo la misión
que le encomendaron de vender las instalaciones.
 
         Cuántas veces he pasado por Alzola ya que me venía de paso para ir a visitar a mi
madre que reside en San Sebastián. Pocos fueron los días que dejé de pasar y de
hacerle una visita a don Eustaquio, a veces “de médico” pero la verdad es que siempre que iba él insistía una y otra vez en que comiéramos juntos. Muchas veces lo hice y pude
congeniar con él, le gustaba abrirse y comentar sus problemas.
 
        Varias veces me comentó: “… qué cosas tiene el Señor. Me hace venir de Colombia para poner en marcha el Seminario, lo pongo y ahora me dice que lo venda… qué cosas se le ocurren al Señor… pero Él es así”. Al hilo de este tema comentábamos diversas
Escrituras desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento, pasando por los profetas y el
ineludible Job, y tratábamos de ver cómo el Señor muestra su Señorío y cómo de la
manera que solo Él sabe nos la hace conocer cuando llega el momento oportuno… Terminábamos señalando cómo lo importante es cumplir con la voluntad de Dios, algo
que él había cumplido con el mandato de poner en marcha el Seminario desde la nada
y que pasado un tiempo cuando vio el Señor que había llegado el momento de hacer lo
contrario, pues a venderlo.
 
        Pasó mucho tiempo hasta que se pudo vender y en esta espera él era el único
habitante y el custodio del Seminario, viviendo solo durante años en el mismo hasta
que se hizo posible la venta. Por eso pienso que agradecía mucho mi visita, rompía la
monotonía de su soledad que el alimentaba con el breviario y el rosario diarios
paseando por los dos patios, los dos frontones de pelota (el de pequeños y el de
mayores) que tanta vida dieron al Seminario. Teníamos entonces dos opciones: o
jugar a la pelota o mirar como jugaban los “auténticos pelotaris”, entre estos últimos se encontraba Eustaquio, que admiraba este deporte vasco como ningún otro, aunque
de vez en cuando hacia algún pinito jugando uno o dos tantos.
 
        Siempre aprovechaba para sacar temas que le preocupaban, por ejemplo, el del aborto. En su despacho, repleto de carpetas azules llenas de papeles y recortes de prensa, me leía comentarios médicos y respuestas que él iba preparando para remitirlas a los
autores de las noticias. De vez en cuando comentaba las reuniones de Madrid y la
defensa que hacía del modelo del Seminario, los avatares que padecía cuando
denunciaba las muertes de ETA y el desprecio de la gente por su posicionamiento en
defensa de la vida y de la dignidad de la persona, la incomprensible postura
“permisiva” del Obispo Setién y tantas y tantas cosas... En todas ellas vi al Eustaquio
Misionero, al que defendía los valores humanos, la doctrina social de la Iglesia y al
Papa. Un día, me dijo a modo de confidencia algo que él tenía muy marcado en su
corazón, metió su mano en la sotana y sacó un rosario y me dijo “con esta arma
siempre vencerás, no tengas nunca miedo, rézalo todos los días”.
 
        De su vena misionera puedo dar fe. Repetidamente en mis visitas me decía que los
superiores le habían dicho que si tenía un informe que certificara que estaba bien de
salud le podrían mandar de nuevo a misiones, que es lo que él solicitaba en repetidas
ocasiones. Varias veces tras hacerle un breve repaso de sus múltiples males
acabábamos riéndonos por la clara imposibilidad de ello y dejando el tema
pasábamos a otra cosa. Al mismo tiempo que solicitaba ir a misiones se daba cuenta
de que su vocación de misionero, de la que estaba muy orgulloso, la seguía
desempeñando con mucha frecuencia, en Madrid, con el Obispo, con sus cartas,
conmigo mismo y con todos los exalumnos de Alzola que nos reuníamos anualmente
para rendirle homenaje con una comida anual.
 
        Éste, el de la comida de Alzola, era un momento especial. Era entroncar con nuestro pasado de alumnos rindiéndole un merecido respeto por su labor. En el transcurso de la comida siempre solía decirme que ya iban a dar las cinco y que tenía que ir al rosario (rosario que rezaba todos los días a las cinco en la parroquia, ya que era párroco de la Iglesia de Alzola). Unos momentos antes de las cinco terminábamos la comida y levantados todos cantábamos en su honor el Agur Jaunak (1). Era nuestro abrazo cantado que seguro llevaba durante días en su corazón.
 
        Un día especial para él fue cuando en el trascurso de una comida anual le dijimos que íbamos a formar el Grupo Alzola Taldea para ayudar a nuestros compañeros del IEME que estaban en terreno de misión. Ese día se mostró profundamente emocionado y
dijo que nos acompañaba en todo momento con sus oraciones. Año tras año, desde
1995, hemos ido ayudando a nuestros hermanos misioneros con los pequeños aportes
que íbamos poniendo anualmente en nuestra ofrenda misionera solidaria. Año tras
año también comentábamos con Eustaquio, en la comida, el destino de las ayudas y
veíamos la alegría y la emoción del misionero con que seguía la exposición y cómo se
le podía ver identificado con sus hermanos de misión.
 
        Recuerdo un día que me dijo que le había visitado el Obispo y que le había dicho que tenía que ir a la Residencia de Sacerdotes de San Sebastián, que ya era hora dada su
avanzada edad. Llegó el día, se vendió el Seminario y él se fue a la Residencia, donde
tuve ocasión de visitarle en alguna ocasión. Al poco tiempo nos informaron sus
familiares que había fallecido de un ataque al corazón. Hablando con la Hermana que
le atendía me informó que el día anterior había tenido visita del Obispo y que había
“discutido” con él. En el momento de la muerte lo encontraron con un rosario en la
mano, estaba rezándolo.
 
         Estuve en su funeral en la pequeña villa de Anzuola y en la Iglesia llena hasta los topes y sin que faltase nadie del pueblo. El Obispo, que presidia la Eucaristía, dijo en una
alocución panegírica que nunca había conocido a ningún otro misionero como él, que
lo había sido hasta el último momento de su vida, que él daba fe de ello. Nobleza que
por otra parte le honra y demuestra el profundo respeto que le tenía, ya que utilizando sus palabras “era una persona sin igual, integra, sin doblez, y sin otro interés que el de ser misionero”. Misionero del Señor para llevar su mensaje a todos, hasta Él.
 
(1) Agur, jaunak, jaunak, agur,
agur t'erdi.
Denak Jainkoak inak gire ,
zuek eta bai gu ere.
Agur, jaunak, agur,
agur t'erdi
hemen gire. Agur, jaunak.
 
¡Salud, Señores! ¡Señores, salud!
¡Saludo y medio!
Hechura de Dios somos, 
Vosotros como nosotros.
¡Salud, Señores! ¡Señores, salud!
Henos aquí… ¡Salud, Señores!

 

 

Comentarios

  1. Extraordinario recuerdo. Ciertamente, quienes tuvimos el inmenso privilegio de formarnos en el IEME podemos decir con orgullo que anduvimos entre santos. Como somos mortales y algo cortos de vista, tal vez no tuvimos la conciencia de reconocerlos como tales, hasta que nuestra propia madurez nos hizo caer en la cuenta de ello. Aunque reconozco que, como éramos muy pequeños entonces ( yo por lo menos) la figura imponente del Padre Larrañaga nos asustaba un poco. Pero en el fondo era blando. Sólo había que verlo al jugar al frontón con ese saltito característico que daba al devolver la pelota "de sobaquillo", que era la forma en que mejor lo hacía. Recuerdo algo también que refleja su apertura escondida entre la solemnidad y el porte altivo. Cuando hicimos la última comida juntos los que el curso siguiente iríamos a Burgos, recuerdo que al final corrieron los cigarrillos. Era Junio, así que como yo cumplo años en Agosto creo que todavía tenía 14 años. Encendí un cigarrilo y comencé a fumar con aires de "adulto". El Padre Larrañaga me miró y, en lugar de recriminarme como yo esperaba, sólo comentó: " veo que ha aprendido usted ya a fumar con estilo... ya le había visto yo fumar a usted antes". En efecto, unas vacaciones de verano que me quedé unos días más ayudando a pintar paredes, fumaba yo algún pitillo en el Paseo de La Libertad, creyendo que nadie me veía. Pero el Padre Larrañaga tenía vista de águila y no se le escapaba nada. Me dió pena saber que ya me había descubierto, pero al mismo tiempo me hizo sentir bien el que no me lo hubiera recriminado. Quiere decir que a él sólo le preocupaban las cosas importantes y que fumar temprano no era una de ellas. Muchas anécdotas personales tengo del trato con el Padre Larrañaga, todas divertidas y que sin duda saldrán a la luz en los aportes de todos. Que alguien no deje de comentar cómo tapaba con su mano la salida de luz del proyector de cine, cuando comenzaban los protagonistas a darse besos apasionados. Y los abucheos que recibía por ello, a pesar de ser el mero rector.

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  3. De Rafael Janín:
    EL SEMINARIO NO SE FUNDÓ EN 1950, PERO TAMPOCO EN 1958, SINO EN 1957, ESE CURSO LO FORMÁBAMOS LARRAÑAGA RECTOR, LEZAMA ADMINISTRADOR, EL HERMANO TORTI SORIANO AUXILIAR PARA TODO Y YO, QUE SÓLO ERA DIÁCONO, DIRECTOR ESPIRITUAL. Y LAS CLASES, LEZAMA Y YO AL ALIMÓN. SEMINARISTAS NO HUBO ESE AÑO MÁS QUE SEIS, DE LOS QUE RECUERDO SOBRE TODO A GARCÍA PERPIÑÁ, VALENCIANO, Y A LIZARRALDE, VASCO, QUE ERA SOBRINO DEL PADRE LARRAÑAGA. EL CURSO SIGUIENTE, YA ORDENADO PRESBÍTERO (POR CIERTO JUNTO CON MORILLAS), ESTABA EN ROMA, ASÍ QUE PERDÍ EL CONTACTO CON LA VIDA DEL SEMINARIO.

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