José Ignacio Mata Gamarra
Viajero incansable por América, llevando Proyectos de Educación,
Salud, e Integración Social, entre otros
Jose Ignacio Mata tiene hoy en día 67 años, cuatro
hijos (tres mujeres y un varón), cuatro nietos (todos varones) y lleva 44 años
casado con la misma mujer, “lo que es mucho mérito para ella - dice JIM - o para
cualquiera que hubiera aceptado cargar conmigo”.
Aprobó el examen de ingreso al Bachillerato todavía con
9 años, y a los 10 recién cumplidos entró directamente a Alzola. A los 15 llegó
al Seminario de Misiones de Burgos para hacer los años de Filosofía. Terminada
Filosofía, los estudiantes de Burgos se trasladaron a Madrid a terminar la
carrera completa en la Universidad Pontificia de Comillas. Era 1971 cuando
comenzó con otros compañeros lo que se conoció como el “trienio” donde les
convalidaban lo estudiado en Burgos y en tres años más les entregaron el
diploma de licenciados. Fue esos tres años delegado estudiantil, representando
al “trienio”, miembro de la Comisión de Información de la Universidad y del Consejo
Universitario como uno de los representantes de los estudiantes. En los exámenes de Septiembre de 1974, presentó
su examen al tribunal, entregó y defendió su tesis (“La Comunicación y el Poder”) y recogió el título correspondiente, siendo el
segundo graduado más joven en la historia de esa Universidad (el primero lo
había sido su profesor de Antropología Cultural). En ese momento se retiró del
IEME.
Entró directamente en la mili, como soldado normal,
con la intención de entrenar el cuerpo ese par de años con el mismo entusiasmo
con que había entrenado el intelecto y queriendo conocer y compartir, de igual
a igual, los problemas de los jóvenes de su edad sin privilegios. Aprendió
mucho de las personas y cómo liderar y trabajar en equipo en las peores
condiciones. Todo lo que aprendió fue clave en su futura vida profesional. Al
terminar la mili, en 1976, murió su padre, se casó con una hondureña en la
capilla de la Ciudad Universitaria de Madrid y ambos decidieron ir a Honduras
donde pensaban que podrían poner sus capacidades al servicio de los más
necesitados.
La vida le dio la oportunidad de participar en la
solución de algunos problemas, pero desde los niveles de decisión, de
influencia. Como quien dice, participar
en los diseños de los planos de lo que se quiere construir, y no tanto en la
mezcla del cemento.
En 1977 fue miembro del equipo de asesores para la
formulación de la Política Nacional de Comunicación para el Desarrollo. Fue
también encargado de la Investigación de Influencia de los Medios. Producto de su
participación, el gobierno hondureño le nombró director del Proyecto
“Comunicación Rural al Servicio del Desarrollo”. 170 cooperativas de la Reforma
Agraria y 90 comunidades rurales, integradas con canales de comunicación
administrados por ellas mismas. Como
dato curioso, en 1978, siendo invitado a una reunión de expertos
internacionales en la sede de CIESPAL, en Quito, Ecuador, tuvo la enorme
alegría de reencontrarse con Michel Azcueta, que era director de unos talleres
de comunicación popular en Villa El Salvador.
En 1980 fue encargado del equipo de investigación para Integración Intercultural de Pueblos
indígenas. Jefe de investigaciones de los pueblos Garífuna, Sumo, Tahoaca y
Pech.
Decepcionado del sector público, regresó en 1981 al
sector privado durante dos años, en los que fue. José
Cecilio del Valle (primera universidad
privada fundada en Honduras), socio de una productora de cine y TV en la
que escribió, dirigió y produjo una exitosa serie semanal de TV y investigación
para Integración Intercultural de Pueblos indígenas muchos trabajos de publicidad.
Fue cofundador de una revista para empresarios y de una empresa de asesoría
técnica en relaciones públicas y publicidad.
En 1982 fue invitado a la experiencia de aplicar el
mercadeo a temas sociales, lo que se llamó después Mercadeo Social, por medio
de un proyecto financiado por USAID en el sector salud. En los primeros dos
años descubrió que para hacer cosas por la gente no tenía que estar en el
sector público, donde hasta las mejores ideas se ahogaban en la burocracia, en la
mediocridad, en la pereza y en la corrupción. Por medio de ese proyecto, y en los primeros dos años, se logró
reducir en un 45% la mortalidad infantil en menores de 5 años (provocada por la
deshidratación por diarrea), enseñando a las madres cómo combatir el problema
en la casa antes de que llegara a agravarse. Se terminó prácticamente con incidencia
de la tuberculosis, logrando que las comunidades apoyaran a las familias y los
enfermos terminaran todo el tratamiento hasta curarse. Honduras bajó del
segundo lugar en malaria al 14º, en América Latina. Se elevaron los índices de
vacunación infantil al 80% y la práctica de la lactancia materna a un 91%. Todo
ello, evaluado por un programa externo de la Universidad de Stamford. “Por primera vez en mi vida - dice - sentí
que estaba haciendo algo real y concreto por las vidas de las personas”.
Los resultados despertaron el
interés de muchos organismos, como UNICEF y OPS, y el Mercadeo Social se
fortaleció como una herramienta valiosa para los programas de salud. Fue
invitado a presentar el método y los hechos en muchos foros internacionales, y
se financiaron dos años más para dejar instalado el sistema en Honduras por
medio de todas las oficinas regionales de salud. Aprendió mucho con los mejores
expertos sobre los temas de salud, y formó parte muchas veces de grupos
interdisciplinarios de expertos en ciclos de conferencias en muchos países de
América Latina.
En 1986, la
misma fuente financiera le pidió que formulara un sistema que permitiera
aplicar el método del Mercadeo Social a la transferencia de tecnologías
agrarias a pequeños agricultores, indígenas y analfabetos. La base fue en Perú, pero se conectaron
experiencias en Honduras, Ecuador y algunos países de Asia, para ir aplicando
las lecciones aprendidas. Lo que comenzó como una experiencia piloto en Ancash,
en un año el gobierno pidió que se extendiera a todo el país, lo que le dio la
oportunidad de conocer todos los rincones de la costa, sierra y selva, siendo
el Perú uno de los países que, junto con Honduras, conoce Jose Ignacio Mata más
en detalle. Escribió un manual titulado “Transferencia
de Tecnología en Agricultura, la experiencia de CTTA”, cuya edición en inglés
financió y distribuyó el Banco Mundial.
De 1990 a 1993 regresó a Honduras y se dedicó desde
ahí a dar talleres en muchos países, a hacer misiones como parte de equipos
multidisciplinarios, como en 1990 para el caso de la Prevención
de la Epidemia del Cólera en la cuenca del Pacífico, a desarrollar muchas
jornadas de capacitación para equipos de varios países en la aplicación del
enfoque del Mercadeo Social y a escribir manuales prácticos para esas
capacitaciones.
En 1993 tomó importancia el tema
del Medio Ambiente y fue invitado a dirigir un proyecto de Comunicación y Educación
Ambiental en El Salvador, que acababa de firmar los acuerdos de paz. GreenCOM, que así se llamaba el Proyecto,
tuvo experiencias paralelas en otros países, como Honduras y Panamá, con la
intención de compartir las experiencias conforme se iban aprendiendo las
lecciones de las mismas. En El Salvador,
GreenCOM contribuyó a la formulación de la Política Nacional de Medio Ambiente,
a la creación del Ministerio de Medio Ambiente, a la incorporación del tema
ambiental en el nuevo currículo de la Reforma Educativa y a incontables
experiencias de campañas masivas y de organización municipal y comunal
alrededor de las problemáticas ambientales del agua, de los desechos y de la
calidad del aire.
Por cierto, en ese año de 1993, planificando su futuro
retiro dedicándose a la Literatura, escribió su primer
cuento y ganó una de las categorías del Premio Juan Rulfo, de Radio Francia
Internacional. Participaron 3.500 escritores de todo el mundo. Tuvo sus 15
segundos de fama y ya no volvió a escribir hasta más adelante, entonces
solamente quería probarse a sí mismo si tenía capacidades en ese campo para
entretener su ocio en la jubilación.
En Diciembre de 1999, por los resultados de todos los
proyectos, fue ascendido a una de las vicepresidencias de la organización con
la que había comenzado a trabajar en 1982, y trasladado a Panamá, que estaba
recibiendo en esos días la administración total de su Canal y EEUU quería
seguirle dando asistencia técnica para asegurar el cuidado de la cuenca, de
cuya producción de agua depende el funcionamiento de esa importante vía de
comercio mundial. Pasó
así a dirigir el equipo interdisciplinario encargado de la asistencia técnica
para el manejo integrado de la cuenca del Canal de Panamá, contribuyendo con
las instituciones nacionales a cargo de esa importante tarea. Bajo la facilitación del proyecto, se
formularon políticas para la actividad agropecuaria y agroindustrial en la
cuenca, planes ambientales municipales en su área, planes de manejo y ecoturismo
en las áreas protegidas (parques nacionales) dentro de la misma, y se organizaron y financiaron actividades de ONGs,
de organizaciones de periodistas y de comités de comunidades locales y otras
actividades.
Pensó retirarse en 2005 y vivir, como él dice, como eventual
mercenario. Había tenido el privilegio de aprender acerca de muchos temas de la
mano de los mejores expertos internacionales en cada área y de dirigir equipos
de muy alto nivel, llevándolos al logro de los objetivos que se marcaban. En 2006 su organización insistió en que se
hiciera cargo de la expansión de un proyecto de educación
que llevaba ya 10 años en Nicaragua, tratando sin éxito de extender un
método pedagógico innovador desarrollado en 300 escuelas, que había resultado
muy exitoso. El objetivo era extender
esa experiencia al menos a 3.000 escuelas más. Era un reto interesante y una
nueva experiencia de aprendizaje con expertos en los enfoques más modernos de
la educación. Aceptó, se lograron las 3.000
nuevas escuelas de EXCELENCIA, ofrecieron al Ministerio de Educación un nuevo
currículo de primaria basado en la experiencia, y con libros de texto
producidos por un equipo nacional de altos vuelos. El gobierno sandinista
aceptó todo el legado del proyecto, a pesar de calificarlo como “un hijo del
imperialismo”. El Ministro de Educación era el único funcionario de ese nivel
que se sentaba en la misma mesa con el Embajador de EEUU y presidían los actos
del proyecto.
En 2010 decidió ya, seriamente, retirarse. Negoció sus “prestaciones” con su
organización, recibió tres premios importantes, llamados
“Legacy Awards” o sea, “Premios al Legado”: uno por haber sido uno de los
iniciadores y propulsores de la aplicación del Mercadeo Social, otro por la
innovación educativa que al parecer había significado el proyecto EXCELENCIA, y
otro por lo que se llama “Scaling UP”, un método que trabajó durante varios años
con otros profesionales, basado en la experiencia de los proyectos, para lograr
que las experiencias piloto se extiendan a niveles nacionales y se
institucionalicen. Pero no logró
escapar. El embajador de EEUU en Nicaragua, que había sido testigo del éxito
del proyecto de educación, pidió personalmente que se hiciera cargo de un
programa de comunicación política que estaba muy en peligro y que era lo que él
consideraba su propio “legado” de su gestión diplomática. Por una de esas
coincidencias de la vida, se habían conocido en 1982, cuando él comenzaba su
carrera diplomática y José Ignacio Mata la experiencia profesional que marcaría
su vida. Recordaba los éxitos de ese
proyecto de salud, al que traían a visitar senadores y políticos de EEUU, como
parte de sus viajes. Aceptó y durante
tres años trabajaron un programa de contratos y capacitaciones a medios de
comunicación independientes promoviendo temas de desarrollo. Aunque se pensaba
que el proyecto podía verse como una herramienta para financiar medios de
comunicación de la oposición, se logró que nadie tuviera motivos para percibirlo así.
El gobierno sandinista le mostró muchas veces su aprecio, sabiendo muy bien José Ignacio que todos sus pasos eran cuidadosamente
analizados. Terminó esa misión en 2013, firmando los últimos documentos en el
suelo de la oficina, ya vacía, pues habían donado hasta la última grapadora a
los más de 20 medios de comunicación participantes, en su mayoría pequeñas
radios locales y producciones de TV de bajo presupuesto.
Pensó que podría por fin descansar y escribir novelas,
que dice tener muchas bailando en su cabeza.
Pero el Banco Interamericano de Desarrollo acababa de hacerse cargo de la
administración de un fondo privado muy grande, de donaciones de fundaciones
como la Bill y Melina Gates, Carlos Slim y otras, para reducir (sin teorizar
nada ni marear las perdices) la mortalidad materno infantil en las poblaciones
más pobres de la región Mesoamericana, desde México hasta Panamá. Un proyecto basado en resultados, en números
y estadísticas evaluadas de manera independiente por varias universidades de
EEUU. Los responsables del proyecto sabían de la capacitación profesional de
José Ignacio Mata y sugirieron que se le invitara a participar en el grupo, a
cargo de los temas de comunicación para el cambio de comportamiento, aplicando
modelos integrados del Mercadeo Social a
otros ya conocidos. La ventaja para él era que podía actuar como mercenario por
contrato para misiones concretas, trabajar en momentos y acciones muy
específicas, viajar por toda la región, aprender de un grupo de expertos en
salud del más alto nivel, epidemiólogos y profesionales de otras áreas, todavía
más reconocidos que aquellos con los que había trabajado en las experiencias
anteriores y, lo más importante, cerrar el círculo como había comenzado,
salvando vidas. Aceptó y desde 2013 ha participado en experiencias extraordinarias,
sobre todo con poblaciones indígenas y las menos favorecidas; trabajando con equipos
nacionales de todos los países y conociendo los más recónditos y empobrecidos
lugares de la región. En 2016
incorporaron el objetivo de eliminar la malaria, se añadieron más fondos y países
como República Dominicana, Colombia, Paraguay y Guyana, y de nuevo está cerrando
el círculo con otro tema, la malaria, en el que trabajó en 1982, pero con otro
enfoque completamente diferente.
Dice José Ignacio Mata:
“Soy, verdaderamente, un mercenario bien pagado. Pero siento que desde el 11 de
Julio de 1976, en que aterricé en Honduras, he contribuido a políticas y
decisiones que han sentado las bases para que mucha gente salga de la pobreza y
no se muera por soberanas tonterías. Y “lo que te rondaré morena”, porque me
sobra energía para seguir fregando muchos años más”.
¡Permíteme, JIM, que me quite el sombrero ante ti! Vaya por delante mi admiración por tan excelsa y variopinta labor. Un auténtico "pianista" que es capaz de tocar todas las teclas, que todas suenen bien y dar un concierto excelente. ¡"Chapeau", amigo!
ResponderEliminarGracias Miguel. Tengo muy mal oido para la musica y dedos muy torpes y gruesos para tocar el piano. Lo que sí digo es que debiera caminar de rodillas dando gracias al Universo ( el de Teilhard de Chardin) por las oportunidades que me ha abierto de aprender y trabajar con gente extraordinaria, y de conocer por igual lo bueno y lo malo de la naturaleza humana ( lo que a veces me ha hecho refugiarme en mis perros).
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