Teodoro Nieto

 

Teodoro Nieto

Nuestro querido profesor y superior en Burgos

 


 

Entre los rumores del río Duero, cuyas aguas verdosas fecundan la ribera de Valbuena, Teodoro Nieto abrió los ojos a la vida el 27 de abril de 1931, año de la segunda república. Es hijo de la “Castilla varonil, adusta tierra, tierra inmortal”, como cantó Antonio Machado.

En 1939 cambió de escenario, su familia se trasladó de Valbuena a Valladolid. Y de allí dio el salto al seminario de Palencia, donde había estudiado su tío. Pasado el primer año de latín de nuevo otro cambio. El seminario menor se trasladó a Lebanza en la montaña palentina, a la antigua Abadía, que albergó a nuevos y pequeños monjes.

Después de los años de latín y humanidades, pasa de nuevo a Palencia, donde continuó sus estudios de filosofía y primero de teología. Y en septiembre de 1952 cambia totalmente el escenario: un hogar entrañable el Seminario de Misiones.

Terminados los estudios de teología, el arzobispo de Burgos, Pérez Platero, le ordeno en junio de 1955. Y tras unas cortas vacaciones, el día de S. Pedro se despide de su pueblo para emprender el vuelo a Colombia. Allí alternó las clases en el seminario mayor del Vicariato del San Jorge con la actividad pastoral en la parroquia de San Benito.

El P. José Lecuona, después de una corta estancia como vicario apostólico del San Jorge, es  nombrado superior general y vuelve a Burgos. A los pocos meses le propone a Teodoro cursar estudios en Roma. Así, después de cinco años en Colombia, se abre a sus ojos un mundo totalmente distinto: Un año en la Universidad Gregoriana y tres en el Instituto Bíblico.

En septiembre de 1964 se incorpora al claustro de profesores en el seminario de misiones. Pasados dos cursos y una grata convivencia con jóvenes seminaristas, llegó de nuevo el cambio a Colombia. Esta vez al seminario intermisional, donde se formaban filósofos y teólogos de diferentes vicariatos apostólicos. A finales de 1968, el IEME deja dicho seminario. Y en noviembre de ese mismo año, Pedro Mahamud le pidió seguir dando clases de Sagrada Escritura en el seminario de misiones. Al finalizar el curso 1970-71, Burgos dejaba de ser la sede del seminario nacional de misiones, para trasladarse a Madrid.

En octubre de 1971, viaja con Ramón Julián y Paco Ortega a Inglaterra, a estudiar inglés, como preparación para el nuevo trabajo en Zambia, en la diócesis de Ndola. Del corto período que estuvo en Zambia él dice: “En Zambia tuve un buen aprendizaje: aprender a aprender”.

En 1975, inicia un nuevo camino en Brasil. Después del estudio del portugués en Recife, comenzó el trabajo pastoral en la ciudad de Feira de Santana, en el estado de Bahía. Allí[A1]  alterna la actividad pastoral en barrios de la periferia y el trabajo remunerado, dando clases de inglés en dos colegios, pues el grupo decidió no depender económicamente de la parroquia. También tuvo la oportunidad de dar clases en el Instituto Pastoral y Catequesis (ISPAC) de San Salvador de Bahía, un espacio privilegiado para agentes pastorales, mujeres y hombres, en su mayoría procedentes del nordeste de Brasil.

Sobre este último recorrido escribe Teodoro: “Mi experiencia en Brasil es como un parte-aguas en el camino de mi vida y marca de manera decisiva mi historia personal… conté siempre con el apoyo cercano y el cariño sincero de mis compañeros y compañeras de trabajo”.

Otro salto en la vida de este misionero: Guatemala. Al aterrizar en ese país, lo hizo en la ciudad de San Marcos, donde trabajaba un numeroso grupo del IEME, para compartir con Waldo Fernández el trabajo pastoral, tanto en la parroquia de la catedral, como en las aldeas, en un contexto político delicado. Debido a la situación política en ese país, el trabajo continuó en el país vecino de México. Donde además tuvo la oportunidad de colaborar, a través del Centro de Estudios Ecuménicos, con la comunidad teológica formada por varias iglesias protestantes de Centroamérica. Y también con la CIRM (Confederación de Religiosos de México). Así como con la comunidad religiosa de las Oblatas.

En ese tiempo contactó con la editorial Dabar, que durante unos cuantos años le proporcionó traducciones, sobre todo del portugués al español de temas teológicos y bíblicos, lo que supuso un gran apoyo económico. Esta editorial publicó varios libros de Teodoro, de tema bíblico, por ejemplo: “La mujer en el proyecto de Dios”, “Los profetas, boca de Dios y voceros del pueblo”, “Derechos de los pobres, derechos de Dios”, “Unidos por la justicia y la paz”, “Dios visita y libera a su pueblo”, “Caminos de Cristo en América Latina”.

Al final de los años 90, deja su vinculación jurídica con el IEME, que no sus lazos afectivos y vitales con él.

Después de la firma de la paz por el gobierno de Guatemala y la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca), se abren de nuevo las puertas para el regreso seguro a ese país. Ahí tiene la oportunidad de trabajar en la recién creada Oficina de Pastoral Social del Arzobispado, en el programa de cultura de la paz, financiado por la Iglesia luterana de Dinamarca. Esta oficina y la de Derechos Humanos las coordinaba Monseñor Gerardi, obispo auxiliar de la archidiócesis de Guatemala, con quien mantuvo muy buena amistad, asesinado en la parroquia donde vivía, el día 26 de abril de 1998. Esa noche dice Teodoro: “…me invadieron sentimientos encontrados: Una negra noche se cierne sobre Guatemala, pero las tinieblas no podrán jamás sofocar la luz”. Y esa noche le sirvió de inspiración para escribir un librito titulado “La luz brilla en la oscuridad”, publicado por la editorial mexicana Dabar.

Otro título “Parábolas para educar” surgió en el entorno de la oficina de pastoral social, que publicó junto a su director: Carlos Aldana.

Al regreso a Guatemala también le invitaron a dar clases en la Escuela de Pastoral “Monseñor Gerardi”, y en CONFREGUA, Conferencia de Religiosos de Guatemala, donde funcionaba un centro de estudios teológicos para religiosas guatemaltecas y centroamericanas.

Al comenzar el tercer milenio, en la Escuela Monseñor Gerardi, le animaron a que escribiera sobre las grandes líneas presentes en sus clases y surgió el librito, que ellas y ellos inspiraron, titulado “Algo nuevo está brotando” (Is. 43, 19).

Ya de regreso en Burgos, el 2004, ha tenido la oportunidad de colaborar con algunas entidades que acogen inmigrantes como “Atalaya” y “Burgos Acoge”, dando clases de español, y acompañando la reflexión bíblica con pequeñas comunidades en algunas parroquias de la ciudad de Burgos. Participa activamente en el grupo de conocimiento y diálogo islamo-cristiano que desde hace unos años funciona en la ciudad.

Y ahora disfruta de la vida, agradecido y feliz, en compañía de Milagros y de antiguos compañeros del IEME residentes en tierras burgalesas.

 

 


 [A1]

Comentarios

  1. Y canta en la coral de Villayerno Morquillas, que dirige Miguel López del Bosque. Creo que hace la voces "bajas".

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  2. Hay muchas clases de gozo; una de ellas es experimentar y disfrutar de la compañía, del relato, de la comprensión, de la didáctica, de la alegría de un joven que sólo va a cumplir 90 años. Yo tengo esa suerte y ciertamente la aprovecho.
    Es además un excelente barítono y un puntal imprescindible en el coro, pues da mucha seguridad.
    Alguien dijo alguna vez (y qué razón tenía) "la buena esencia se deposita en frascos pequeños".
    En fin, más allá del chascarrillo, para mi es una riqueza extraordinaria su amistad y su cercanía.

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  3. Un retrato que es reflejo del sosiego de su alma. El hombre tranquilo, apaciguador. Calmaba. Le conocí en el Seminario Intermisional de Bogota. No recuerdo haberle visto enfadado nunca. Siempre de buen talante. Sabía sacar el humor de cualquier suceso. Anécdotas muchas. Confidencias también. Fue mi "hermano". Mi secularización fueron días muy difíciles para mis padres. Y allí estuvo Teodoro. Como siempre, grande de espíritu, con la palabra justa en el momento. No sé qué les contaría a mis padres en una carta cuando "todo aquello". No me la dieron a leer nunca. Tampoco lo pedí. Un bálsamo en medio de una gran herida, me dijo mi padre que fueron las palabras que escribió Teodoro. Después vino a Guadalupe para mi boda. Quiso celebrar él la ceremonia del casorio, o sea, preguntarme si me quería unir para siempre con la mujer que todavía me soporta.
    Podría añadir más, mucho más. Me voy a conformar con comprobar que sigue conservando bastante cabellera. El Pantene, eso ha sido el Pantene. Si lee esto, se dibujará una sonrisa en sus labios. El sabe de sobra por qué. Pitorreo fue poco, fue el moscardoneo de una mosca cojonera por mi parte. Y aguantó con su sonrisa a medio trazar.
    Un abrazo, Teodorín. Larga vida a un hombre bueno, de esos que sólo entran dos en la docena.

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  4. Comentario de Quico:
    Yo quiero hacer un comentario sobre la vida espiritual de Teodoro y Mila. Para ello, os invito a leer un reciente escrito de Teodoro: “JESÚS DE NAZARET DESDE UNA PERSPECTIVA TRANSPERSONAL”. Entresaco, de su introducción, párrafos, frases que vienen a cuento:

    “Siempre doy gracias a la Vida por los caminos que he recorrido y por haber podido cambiar de rumbo tantas veces. Al incohar la década de mis noventa años, reconozco y valoro como don invaluable este cambio progresivo, sin desgarro interior alguno”, …“de una determinada cosmovisión, de añejos condicionamientos teológicos y de una hermenéutica bíblica más acorde con un paradigma dualista”…

    “Hace solo unos años comencé a vislumbrar apenas un nuevo modelo de cognición más allá de la mente, un modo “otro” de ver y de vivir. Más proclive, por mi propia formación, a moverme en ámbitos mentales o egoicos, empecé a intuir una perspectiva no-dual o transmental que me permite, de manera más gratificante y plena, vivir el insondable y amoroso Misterio, aliento de todo lo que alienta y vive. …

    “Al sentir la atracción por un cambio de rumbo cognitivo, experimento algo así como si mi mirada teológico-bíblica del misterio de Dios y de Jesús se me quedara corta y necesitara cambiar de gafas para contemplarlos desde otra perspectiva que me parece más enriquecedora y ajustada. No veo ya a Jesús como un “enviado celeste” separado y externo a mí, sino que en él descubro que lo divino es humano y lo humano es divino; que Él y nosotros, los humanos, no somos iguales, pero somos lo mismo”….

    En otro momento de su escrito dice que… “en los mismos textos evangélicos descubrimos que Jesús de Nazaret vivió en un estado de consciencia más allá de lo puramente mental y egoico, una experiencia muy honda de des-egocentración y de unidad”...


    “El estadio mental se caracteriza por la separación. La mente fragmenta, divide y separa la Realidad. Por contraste, en el nivel transpersonal el propio yo queda integrado y trascendido. Se caracteriza por la percepión de la unidad de todo, unidad que abraza todas las diferencias”…



    En estos quehaceres andan inmersos Teodoro y Mila: en hacer el tránsito del uno al otro modelo de conocer. Han descubierto que la meditación contemplativa es buena herramienta porque permite pasar del pensamiento a la atención porque solo acallando a la mente es posible ver en profundidad lo que somos.

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  5. Qué grande eres, Teodoro. Y Mila no te deja envejecer ni de a vainas...

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