Rafael Janín, Profesor, Superior y Misionero en Togo (África)

 

Rafael Janín

Superior, Profesor, Director Espiritual

y Misionero en Togo (África) 

 

 

MI VIDA MISIONERA EN FOLIO Y MEDIO 

Mi historia misionera nace en el Seminario de Pamplona, y en su ambiente misionero caldeado. Mi orientación hacia el IEME tuvo que superar varios obstáculos:

1º, el hecho de tener que prescindir (entonces) de la incardinación diocesana; por eso yo suelo decir que yo fui al IEME “a pesar de” los misioneros del IEME que venían a hablarnos y que no me convencían cuando hablaban de seculares, pero no diocesanos.

2º, el desaconsejármelo el santo Padre Nieto, ahora Venerable, director espiritual de Comillas, aunque luego ví que era por su desinformación sobre el IEME, que él creía algo aéreo, poco sólido y a punto de desaparecer. Me ayudó a desempatar con Don Carmelo Velasco, director espiritual de Pamplona, que, ese sí, me animaba, Don Eliseo Quintana, director espiritual del Seminario de Misiones: ¡dos a uno!

Me acuerdo especialmente de la despedida de Tomás Ondarra en el Seminario de Pamplona, cuando se iba para el Japón y el arzobispo de Burgos, el navarro Mons. Luciano Pérez Platero, insistió mucho en la voluntad de la Santa Sede de que los curas diocesanos fuésemos misioneros.

Después… una larga espera. Me decía Don Casimiro Saraleguí, Delegado de Misiones de Pamplona: “Rafael, por vergüenza torera, tenías que haber estado en misiones antes de ser formador de misioneros” ¡Y qué razón tenía! Pero así se pasaron doce largos años, de los que por otra parte guardo estupendos recuerdos, desde mi ordenación hasta mi marcha a Africa: en esos años, los estudios en Roma en tiempos del San Juan XXIII con dos audiencias privadas, una a D. Luciano P. Platero y la otra a D. José Lecuona; y luego ¡el Concilio! El Concilio vivido antes, durante y después de su celebración en un Seminario Mayor, y además el Seminario Nacional de Misiones del IEME, como director espiritual y profesor de Eclesiología.  

Y con el Concilio, la recuperación de la diocesaneidad. Primero, en 1970, fue el incorporarme, junto con Javier Vidán Reta, al Grupo Xavier de Rwanda, con el beneplácito, que aún agradezco, tanto del IEME como de la Misión diocesana de Navarra. De Rwanda, en 1975, al Togo, del Africa oriental a la occidental. Más tarde vinieron cinco años de servicio al IEME como secretario general, y en ese tiempo, el gran “corrimiento de tierras” que fue la recuperación de la diocesaneidad plena por la incardinación de tantos compañeros, que me tocó gestionar como Secretario, y por la mía propia el 27 de Diciembre de 1979, siendo Arzobispo de Pamplona Don José María Cirarda.

Vuelto al Togo, mi trabajo principal ha sido y sigue siendo parroquial: parroquias rurales o de ciudad, como coadjutor o como párroco; pero siempre parroquias misioneras en el sentido de comunidades cristianas minoritarias en medio de una masa no cristiana, de religión tradicional y también musulmana.

En 1990 hubo el traslado, no sólo por parte mía, sino de todos los compañeros de mi grupo misionero, de la diócesis de Atakpamé en el sur del Togo a la de Dapaong en el norte, por encontrarla más acorde con nuestros planteamientos. Y aparte del servicio parroquial, en las dos diócesis he prestado el de canciller-secretario.

La Diócesis de Dapaong, sobre todo después de su sínodo diocesano de los años 2000-02, sigue un programa pastoral muy ceñido y exigente, centrado en la implantación y desarrollo de las pequeñas Comunidades Cristianas de Base, que había sido opción fundamental del primer Sínodo especial de los Obispos sobre África. Cada año, las Jornadas Pastorales Diocesanas lanzan el programa pastoral para el curso y toda la Diócesis se moviliza durante doce meses y a todos los niveles, en torno a ese “tema del año”.

El año 2006, dentro de esa programación postsinodal, tocó como tema del curso el de la Misión, el de la Misión propiamente dicha, la Misión ad gentes, la primera evangelización, que allí nos alcanzaba a todos. Y, para gran satisfacción mía, me tocó a mí ser el ponente de ese tema en las Jornadas, quizás porque pensaron que, para hablar de la misión ¿quién iba a ser mejor que un misionero?  

El 2007, celebré las bodas de oro sacerdotales con mis condiscípulos de Pamplona, en realidad un año antes del cincuentenario de mi ordenación.  

¿Qué añadir desde entonces? La parroquia de Santa Mónica, que Ramón Bosch había fundado el año anterior en la ciudad de Dapaong, había sido la primera de la que fui párroco en Dapaong: once años, desde 1991 hasta el 2002. Tras una pausa extraordinaria de seis meses en España, me tocó ser el primer párroco de la recién fundada parroquia del Buen Pastor en la misma ciudad, parroquia en la que estuve ocho años.  

En 2010, ya con 75 años de edad pedí al obispo que me relevara de esa responsabilidad y me nombró capellán del Santuario de Nuestra Señora de las Fuentes, que es un centro de peregrinación y de diversas sesiones diocesanas a ocho Kms. de la ciudad. Y al mismo tiempo, consiliario de la JARC (Jóvenes y Adultos Rurales Cristianos), cosa ésta que me hizo temblar, porque mi predecesor en ese cargo, Juan Enrique Guerra, también del IEME, había sido no sólo consiliario, sino gerente, (puesto que la JARC es un movimiento de Acción Católica, pero que tiene una gran ONG). Bueno, el obispo me tranquilizó al decirme que como gerente Quique tendría otro sucesor: “tú, solamente consiliario”.

 

 

Con el Equipo de OO.MM.PP., en Pamplona, en diciembre de 2019

En 2017, con 82 años de edad, no solamente dejé la capellanía y la consiliaría, sino la Diócesis, el Togo y África. Pero no fui yo solo, sino, conmigo, el otro compañero que quedaba del IEME, Joan Soler, mucho más joven que yo; lo hicimos, estando plenamente de acuerdo, porque creíamos que la misión del IEME en Dapaong había logrado sus metas y que “el resto” lo podía hacer perfectamente la Diócesis sin nosotros. Aparte de que tampoco era muy “ortodoxo” quedarse un misionero del IEME solo en un país.

Desde entonces, estoy jubilado, y vivo en la residencia sacerdotal “Argaray” donde la mayoría de los más o menos treinta residentes somos jubilados. Y, si Dios quiere, en Junio próximo cumpliré 86 años. 

         Rafael Janín Orradre, 2021           


 La fotografía de los "superiores”:  de Izquierda a derecha, los reverendos Manuel Bodenlle, Mons. Lecuona, José A. Izco, José Valdavida, Eliseo Quintana, Rafael Janín y Eladio Díaz. Sacada hacia 1964 y recibida de Miguel L. del Bosque.

 

Comentarios

  1. De parte de Michel Azcueta:
    Leo siempre todas las reseñas y con mucho gusto, recordando momentos y amigos. Definitivamente, el IEME nos ha marcado a muchos. De Rafael Janín, me sorprendió lo que comentó en otra nota sobre la fundación del seminario menor de Alzola en 1957 y que él fue uno de los fundadores. Esa parte de la historia no solo no la conocía sino que, creo, nadie nos lo comentó. También las conversaciones con él como director espiritual, sabía escuchar y aconsejar. Un abrazo para él, Angel.

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