Sobre el libro de Waldo Fernández "¿Quién decís que soy yo"?
¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?
Aproximación
a Jesús de Nazareth
Autor:
Waldo Fernández
Recuerdo que, cuando estudiábamos Teología
en Burgos, supimos que Bultmann fue uno de los más destacados o el más
destacado de los que optaron por desmitologizar la Biblia y, en concreto, los
evangelios. Dice internet:
“Rudolf Karl Bultmann es el autor más importante de la
última etapa de la denominada "antigua búsqueda del Jesús
histórico". Protagonizó el
escepticismo histórico que marcó el final de esta etapa. Algunos autores
llamaron a esta época de escepticismo, que abarcó casi toda la primera mitad
del siglo
XX, "la
no-búsqueda" ("no-quest").
Tras ser rechazados como fuentes de
acceso al Jesús histórico los evangelios de Juan (por Strauss), Mateo y Lucas (por Weisse y Wilke), y, finalmente, Marcos (por Wrede y Schmidt), Bultmann retoma la idea de Kähler de renunciar al Jesús histórico
como alguien del pasado, sin importancia, al que no se puede acceder, y
centrarse en el Cristo de la fe, que, según Bultmann, es
lo único que importa. Para Bultmann, la verdad
universal era que, en Cristo, Dios había actuado por el bien de la humanidad. Defiende
la teoría de la helenización del judeocristianismo primitivo, que Pablo
de Tarso realiza por influencia
de las religiones mistéricas y el gnosticismo”.
Bultmann (1884-1976) era protestante,
claro, en la Iglesia tradicional católica nadie se hubiera atrevido (y creo que
aún nadie se atreve, al menos oficialmente) a hacer esas afirmaciones.
Puestos a hablar de desmitologización,
tenemos que recordar que los biblistas y exégetas tanto judíos como católicos y
protestantes están de acuerdo en que el Pentateuco, con toda su acumulación de
milagros y portentos (intervenciones divinas, castigos en nombre de Dios,
creación del hombre y de la mujer, origen del pueblo hebreo, paso del Mar Rojo,
plagas de Egipto, el diluvio universal, etc.) fue una invención de “El Libro”,
descubierto “accidentalmente” en tiempos del Rey Josías (s. VII a. C.), el cual
quiso atribuir un pasado glorioso a aquellas insignificantes tribus de ganaderos que pululaban por Oriente
Medio y que se reconocían a sí mismos como “habiru” (hebreos).
En efecto, en el Segundo libro de los
Reyes (22, 8 y ss.) leemos: “En el momento en
que estaban sacando el dinero del templo, el sacerdote Hilquías encontró el
libro de la Ley de Dios, que había sido dada por medio de Moisés. Entonces Hilquías le dijo al secretario Safán:
«¡Encontré el libro de la Ley en el templo de Dios!”. O sea que, hasta entonces
el pueblo de Israel no había tenido libro alguno que hablara de su pasado.
Acababan de “encontrar” un libro “olvidado”.
Tenemos que decir que el Pueblo de Israel siempre
ha sido muy capaz de inventar intervenciones divinas, milagros y hechos
maravillosos para cimentar la creencia y la demostración de que él era el
Pueblo de Dios, el pueblo elegido. El Nuevo Testamento no podía ser menos, no
podía desligarse de esa fantasía religiosa y no tuvo ningún inconveniente en
inventar lo que hiciera falta para cimentar la llegada del Mesías, habiendo
alcanzado ya “el final de los tiempos”.
Y creo que en esa línea va el libro de
Waldo Fernández. Pero Waldo desentraña más el mensaje evangélico y, una vez
eliminados de él los mitos (los milagros y las profecías), saca en claro el
verdadero contenido en ellos: Jesús vino a predicar con su palabra y con su
ejemplo la necesidad de tomar opción por los pobres, por su liberación, y poner
en juego el amor, hacer el bien evitando en lo posible el sufrimiento del
hombre. Ese es en verdad de verdadero mensaje de Jesús. Solo con esta
desmitologización de los Evangelios ya tenemos tarea suficiente. Viene a decir
algo así como “dejémonos de milagros y de fantasías y pongámonos a ver la
realidad del hombre con ojos de amor, tomando claramente una opción por los
pobres de este mundo”.
Francamente, hay tener valor para
eliminar todo ese envoltorio de papel de colores que envuelve el verdadero
mensaje de Jesús. Waldo lo hace, además, con inteligencia, con nobleza y con
una sinceridad fuera de duda. Él nos ayuda a descubrir y a vivir el verdadero
mensaje de Jesús, envuelto en ciertos “edulcorantes”, como si los evangelistas
(quiénes fueron, de verdad, los que escribieron los evangelios?) hubieran
envuelto la verdad pura y desnuda en fantasías milagreras para hacerla así más
atractiva y ayudarnos a descubrir lo que de verdad es importante: amar al
prójimo y entregar nuestra vida por el bien de los más desfavorecidos.
De todas formas, hay
cosas que me llaman la atención en los evangelios, cosas que me indican que
posiblemente haya otro trasfondo por debajo de lo que vemos a primera vista. Porque
en ellos hay ciertas afirmaciones y actuaciones que dicen los evangelistas (¿) que
hacía y decía Jesús (además de hacer milagros y de predicar mensajes de alta
ética): Frecuentemente se retiraba a orar a altas horas de la madrugada, decía
que ciertos milagros solo se curaban con la oración y el ayuno, que el Reino de
los Cielos estaba dentro de nosotros, hablaba de Dios como “papá”… Para todo eso hay que tener mucho mundo
interior y afirmar lo que los escritores de los evangelios (los inventores de
los mismos, decimos) conocían perfectamente y por eso lo ponían en boca de El
Maestro, un personaje verdaderamente excepcional.
En definitiva,
posiblemente tenemos tres aspectos enmarañados en los evangelios, maraña que
debemos desenmarañar nosotros y no mezclar los tres en un mismo nivel:
-
Los milagros
a diestro y siniestro que dicen los evangelios que hacía Jesús. Posiblemente,
un puro cebo (“os haré pescadores de hombres”) para atraer lectores e
interesados en buscar explicaciones fáciles al misterio de la vida.
-
El Mensaje
de amor y de entrega a los pobres y necesitados para hacer de éste un mundo
mejor. Esto se entiende perfectamente, está claro y no necesita explicación.
-
Un Mensaje
profundo, interior, trascendente, que precisa de cierto trabajo para
encontrarlo y que, en cierto modo, deja a los analistas un tanto “descolocados”
Pongo
algunos ejemplos:
-
¿Por qué
Jesús empieza su obra orando y ayunando 40 días en el desierto? (Mc. 1, 12)
¿Buscaba algo o nos invitan a nosotros a arremangarnos para buscarlo?
-
¿Qué
significa eso del “pozo de agua viva” y “si conocieras el don de Dios” de su
conversación con la samaritana? (Jn. 4, 5). Parece una invitación a buscar algo
muy profundo.
-
Y acerca del
coloquio con Nicodemo, qué es eso de “nacer de nuevo” para ver el Reino de
Dios? (Jn. 3, 1). Porque que se trate de una simple referencia al bautismo no
me parece suficiente.
-
Y de la
conversación con Marta y María en casa de Lázaro, seguimos sin saber qué quería
decir eso de que “María se ha llevado la mejor parte” (Lc. 10, 38).,
-
También nos
habla de un misterioso tesoro escondido en un campo, para conseguir el cual hay
que cavar y venderlo todo para comprar aquel campo (Mt. 13, 44)
-
Y hay una
parábola del sembrador que siembra su simiente, como el Maestro su Mensaje, a
diestro y siniestro y que solo unos pocos captan por entero y llegan a dar
fruto (Mc. 4, 1). Y termina diciendo: “¡Quien tenga oídos para oír, que oiga!”.
Como quien dice: “Ojo, que esto va en serio”.
Bueno, no me queda más
que dar la enhorabuena a Waldo por el trabajo que ha hecho dándonos a conocer
un rostro nuevo, distinto y más cercano de Jesús. Un rostro que aparece en la
portada del libro en blanco y negro (una foto que en reprografía llamamos
“quemada”). Hay que completarla con grises y sombreados para descubrir el verdadero
rostro del Maestro. Eso ya es labor de cada uno de nosotros.
Espero con ansias tener acceso al libro. Siempre he dicho que, sobre el mensaje sencillo del carpintero, se han ido acumulando millones y millones de sesudas páginas explicativas, cada cual conteniendo interpretaciones subjetivas.
ResponderEliminarPartimos de una pobre fuente para construir una realidad: la "cotización" en el siglo III para compilar, seleccionar, y posteriormente editar y acomodar, por supuesto, unos evangelios definitivos que enfocaran los muchos cuentos de camino que estaban por entonces dispersos y que amenzaban con hacer imposible una doctrina "oficial" del nuevo imperio. Ese imperio se había declarado oficialmente cristiano, y necesitaba el manual correspondiente. No me meto a cuestionar cuánto de ese "manual" que recogió las historias y tradiciones orales y algunas escritas, fue inspirado por Dios o fué editado de acuerdo a que la nueva religión pudiera competir con las antiguas, llenas de dioses milagreros y fantasiosos.
Me detengo a pensar en el anuncio del Reino de Dios que "está dentro de nosotros". NOSOTROS, sin distinción de raza, género o condición social. No dice que esté dentro de los pobres ni de los ricos, ni dice que haya que ser pobre o rico para tenerlo dentro.
Trato de poner condiciones sociales a ese "Reino de Dios" y no lo encuentro. Sí hay algo que me puede parecer una referencia. Aquello de: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Supongo que se refiere al mismo Reino de Dios, y en ese caso, supongo que se perdería la bienaventuranza al dejar de ser "pobres".
Luego está lo de " Es más dificil que entre un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos". Este me confunde un poco. Porque no sé en qué quedamos, si el Reino de Dios está dentro de nosotros, debe ser diferente del "reino de los cielos", porque en ese como que se entra, no se lleva dentro. Esa cita tuvo siempre controversia, pero no le veo mayor trascendencia.
Leo y releo los Evangelios y no veo muchas veces la palabra "pobre", excepto en las referencias que he mencionado. Sin embargo, sí veo menciones a "tesoros" que se buscan, tierras que se siembran, talentos que se invierten o se guardan etc. etc. Y lirios del campo que no necesitan nada porque Dios está pendiente de ellos, con lo que mucho más pensar que está pendiente de los seres humanos. Tampoco aquí veo distinción alguna de raza, credo, género o condición.
La cita que más me gusta sigue siendo la parábola del señor que iba llamando a los pobres a "trabajar en su viña" , supongo que por un sueldo justo, y que luego le resultaban matando al hijo. Quiero decir que la mayoría de las parábolas se desarrollan en escenarios de ciertos grados de "poder", no precisamente en el basurero de la ciudad, donde vemos que están las mayores manifestaciones de la pobreza.
Hasta el primer milagro, si de eso se trata, se hace en una boda, con varios días de duración y donde se habla de sirvientes, lo que hace imaginar un ambiente de riqueza y lujo. Eso no significa nada, obviamente, pues luego curó leprosos ( lo más abyecto en ese momento) pero también resucitó hijas de centuriones, comió con recolectores de impuestos o se hospedó en casa de amigos que, curiosamente, siempre parecen de cierto poder. Tampoco debía ser barato andar de un lado a otro ( viajar en ese tiempo) y de algo debían tener que comer los 12 y a veces quienes los acompañaban. Se entiende facilmente el papel de las mujeres ( como las Adelitas, en la revolución mejicana) que seguro eran las que cocinaban y lavaban la ropa de todos. Ahora me dirán que no hay que meterse con el feminismo, dada la época. Yo creo que hay que analizar todo en el mismo contexto de la época.
No se. No llegué a estudiar teología y por eso me quedé con tantas dudas.
El Quijote, por otro lado, no me despierta tantas dudas. Es ese un tratado directo de justicia, claro en decir, sin tapujos ni interpretaciones, aquello por lo que hay que luchar. Ahí sí veo claramente un llamado a luchar por la justicia y por los más débiles, acosta de lo que sea: hambre, palizas, ser tachado de loco y vivir en continua pobreza y completa ensoñación.
ResponderEliminarNo entiendo por qué los Evangelios no pueden ser tan claros, si se trata de algo mucho más importante que una novela y por lo que se lleva matando media humanidad por 2000 años. Y esa es otra de mis dudas: ¿ qué pasa con esa otra media humanidad que no se ha enterado que lleva un "Reino de Dios" dentro?...Imagino cómo lo verán los indígenas de Papua Nueva Guinea, para los que todavía un espejo es una riqueza mayor que un saco de monedas. ¿ Que referente les vendemos de riqueza y pobreza a ellos para poder aplicar el Evangelio?.
No se. Sólo estoy echando una tormenta de ideas ( o echando caca en un ventilador, si lo prefieren ver así) sobre lo que bien puede ser otra interpretación totalmente subjetiva capaz de sustentarse como cualquier otra. Como digo, sólo El Quijote me parece claro como el agua en su planteamiento: un noble deja todo lo que tiene, se sube a un jamelgo y se dedica a desfacer entuertos y a luchar por la justicia o por aquellos a quienes les es negada. Hasta deja un tratado de consejos para una sociedad justa, en sus recomendaciones a su escudero sobre cómo gobernar la isla que le han encomendado.
No logro ver que al Carpintero le interesaran mucho las condiciones sociales de nadie. No encuentro instrucción alguna sobre cómo cambiar el status quo. No veo que lo mataran por cambiar ningún status quo, al menos no económico. Entiendo que lo mataron por querer cambiar el status quo religioso ( ni siquiera el político) Lo mataron por decir que los sacerdotes y sus "monaguillos" ( no los ricos o los pobres) eran unos mentirosos farsantes y que lo que habían predicado hasta entonces ( las leyes de Moisés) ya no servían para nada. Que había un REINO DE DIOS en cada uno de los seres humanos, sin distinción, y que para encontrarlo había que nacer de nuevo en el espíritu.
No dijo nada sobre cómo debía ser una sociedad ideal. O tal vez lo olvidaron los recopiladores y editores posteriores, que olvidaron poner una tan solo línea al respecto. Y eso que se supone que es así como se llega al Reino de los Cielos, el reino al que "se entra", y que por lo tanto no es el Reino de Dios que está ya dentro de nosotros.
Me direis: dijo lo de dejar todo, darlo a los pobres ( ojo, que está hablando de caridad, no de justicia) y seguidme". Bueno, eso es lo que he visto hacer a los Hare Krisna, y ninguno de ellos habla de cambios sociales. También en los HareKrisnas he visto eso de "amaos los unos a los otros", pero aplicado a amarse, no a transformar nada que no se quiera transformar voluntariamente. En fin.
Sobre ese Reino de Dios, el que está dentro de cada uno de nosotros, sí dijo claramente: " Buscad el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura". O sea, que si encontramos ese Reino, no habrá que preocuparse por lo demás, algo que no vamos a cambiar nunca preocupándonos tercamente.
En otras palabras, como que estamos como perros mordiendonos la cola.
Lo dejo ahí, ya más de uno debe estar bufando como toros de lidia. A ver quién me orienta un poco.
Hace muchos años, mucho antes de que internet abriera la información a prácticamente todos los temas del mundo, discutía yo con un viejo filósofo local sobre el marxismo y el cristianismo. Obviamente, defendía yo a capa y espada al Carpintero como el revolucionario por antonomasia. Entonces, un día, me habló de alguien que yo sólo conocía anecdóticamente. Horus, el dios egipcio por antonomasia, el más antiguo de los dioses conocidos miles de años antes de Cristo. Leí con voracidad sobre Horus, para darme con la sorpresa de que toda su vida relatada era prácticamente igual a la que yo conocía del Carpintero por los Evangelios. Su nacimiento en un pesebre, el día del Sol, de una madre virgen ( Isis), previamente anunciado por un ángel; su visita por tres magos; su bautizo en el Jordán; el comienzo de su predicación a los 30 años; sus doce apóstoles; sus milagros de curar, resucitar, caminar sobre el agua y hasta convertir el agua en vino... y así hasta su traición y muerte entre dos ladrones; su resurrección a los tres días y su aparición a un discípluo incrédulo. Le llamaban tambien Mesías y Dios hecho carne. Y así muchas coincidencias, no sólo de él sino de Mitra, Orfeo, Osiris o Zaratustra ( el mencionado por Nietze). Creí que era un cuento. Algo como la historia de El Priorato de Sión y otras teorís conspirativas. Pero ahora, en que la "verdad" está al alcance de la mano de cualquiera, resulta que estas cosas son de dominio público.
ResponderEliminarLuego de discutir y resistirme a aceptar esta información, pasamos a hablar de Apolonio de Tiana, del siglo I, mucho más cercano a la recopilación y edición del manual de la religión del naciente imperio. Este personaje tenía una fama creada que asignaba a su biografía similitudes con los dioses ancestrales. Y así otros personajes que me llevaron a preguntarme si alguien no había inventado algo nuevo , integrado cosas para todos los gustos, y rehecho las tradiciones religiosas en una nueva persona. No es difícil cuando se puede apelar a la FE cada vez que uno dude de algo y tenga la osadía de preguntar. Y no me vengan con el cuento de los 2000 años de la Iglesia, que Osiris hizo que Egipto durara mucho más y con la misma suntuosidad y riqueza, y las mismas guerras y conflictos, por supuesto.
En suma, que luego de hartarme de leer lo mismo aplicado a diferentes personas, lo único que no vi mencionado en ninguna parte fué el anuncio de un Reino de Dios que cada ser humano lleva dentro, y desde donde puede conectarse con el Dios del principio, el que estaba antes de que nada estuviera, la existencia esperando manifestarse y hacer con ello aparecer las cosas existentes. Teilhard de Chardin se acerca un poco más que ningun otro a esos conceptos cuando trata de explicar ese Dios uno, todo, infinito, manifestado en todo lo visible y lo invisible.
Puede que todo sea una construcción humana y , como tal, se puede adaptar a los signos de los tiempos y moldearse a lo que a cada quien haga feliz. Igual fué el nacimiento del cristianismo como religión oficial: si un soldado preguntaba alguna inquietud, se le mencionaba a Mitra y su interés quedaba resuelto. Lo mismo si era un filósofo hindú: se le mencionaba a Zaratustra y así sentía que esa religión oficial encajaba perfectamente con sus imquietudes espirituales. Lo mismo ahora: si alguien quiere reinventar o adaptar las cosas a lo que mejor llene su espíritu pues adelante. Pero no nos quejemos entonces de que una beata cualquiera adore más a San Antonio de Padua que al mismo Dios o le achaque al Santo Niño Jesus de Praga las maravillas que se le ocurra según su mística imaginación.
Yo invito a seguir buscando ese Reino de Dios dentro de cada ser humano, y qué significa ese "bautismo de espíritu" que conecta con el principio de todo. Si lo encontramos, o tal vez con sólo buscarlo, la promesa es que TODO LO DEMÁS SE NOS DARÁ POR AÑADIDURA. Todo, hasta la justicia social que soñamos o las mayores utopías que nos desvelen.