Juanjo Aldaz, misionero en Colombia
Juan José Aldaz
Misionero en Guatemala
En las Navidades de 2009, Juanjo estaba en una
celebración navideña,
posiblemente, en Guatemala. Está al fondo, a la
izquierda.
El
día 11 de julio de 2016, recibía yo este correo, remitido por Waldo Fernández:
“Falleció Juan José Aldaz. Me acabo de enterar de que a las 18:10 h. de hoy
lunes, falleció Juanjo Aldaz. ¡Descanse en paz! Un abrazo. Waldo”.
Y
al momento me enviaba esta reseña del mismo Juanjo:
JUANJO, ¡QUÉ GRANDE!
Waldo Fernández
Desde
el primer momento me pareció que algo importante había detrás de aquel hombrón
de movimientos lentos, anchas espaldas, mirada enigmática y sonrisa fácil… Esa
fue mi primera impresión cuando te encontré en El Petén a finales de 1971.
Llevabas por allá ocho años, y eras uno de los veteranos, no sólo en tiempo
sino sobre todo en sabiduría… No tardé en darme cuenta de que no eras tan
hombrón como me habías parecido (en realidad eras un poco más bajo que yo), y
que lo que había detrás de tu apariencia era una enorme profundidad humana, un
apasionado amor y compromiso por los sencillos, una fe acendrada y una
irreductible consecuencia con ella.
Nunca
olvidaré aquel primer viaje que hice contigo por los ríos La Pasión y Usumacinta,
cuando estabas de párroco en Sayaxché; horas y horas bajo el quemante sol que
reventaba termómetros y una asfixiante humedad ambiental… Fueron 15 ó 20 días recorriendo
las comunidades de creyentes dispersas por la selva y a la orilla de los ríos.
Parecía no afectarte el calor ni el sudor. Lo mismo te daba un desayuno de
pescado con caldo picante que una comida a base de papaya… Tenías muy claro
aquello de “cuando hay, hay que comer, que después quién sabe…”. Y tirabas para
adelante. Creo que ese tipo de actitudes tuyas fueron las que llevaron a
Florentino Zaratiegui a decir aquello de “este Aldaz es un espartano…”.
En
las reuniones que teníamos con las comunidades, te sentabas entre la gente y le
dabas la palabra, esperabas pacientemente a que la gente la tomara, escuchabas…;
y, al final, sacabas conclusiones. Creo que eso lo habías aprendido en el curso
de Pastoral que habías hecho en Quito, y difícilmente te salías del guion,
porque estabas convencido de que sólo dando la palabra y el poder a la gente podría
construirse de verdad una iglesia “del pueblo”. Y eso nos permitió también
aprender Teología de la auténtica, la que surgía de la realidad de la gente.
Íbamos a difundir la Palabra, y resultamos aprendiéndola de la gente…
En
las reuniones del grupo, algunos te teníamos pánico. Guardabas largos ratos de
silencio (hasta en eso eras austero), y cuando hablabas, ¡quién te hacía bajar
del burro! Pero es que normalmente tenías razón, porque lo que decías lo
llevabas muy pensado, y no eras tú de los que comulgaba fácilmente con ruedas
de molino. Casi siempre terminabas con aquel inicio de sonrisa de niño aunado a
tu encogimiento de hombros.
Después
de El Petén, vino la ciudad de Guatemala, el trabajo humanitario y solidario en
Méjico, el retorno a Guatemala, ahora a áreas rurales de San Marcos… Pero tú
siempre fuiste el mismo, trabajando con gran dedicación en la evangelización,
la promoción humana y el crecimiento de la gente en humanidad, hasta que tu
salud te obligó a retornar definitivamente a España en junio de 2011.
Y
ahora te has reintegrado a aquella energía universal que produjo el big bang, que
atravesó el tiempo cósmico y la historia humana, y que se hizo para nosotros
presencia creadora, poderosa y amorosa, que llegó a personificarse y que
llamamos Dios, en el que, según la expresión de San Pablo, “vivimos, nos
movemos y existimos”. A ese Dios, Jesús de Nazaret gustaba llamarle “Papá”. Por
eso, Juanjo, celebramos que descanses ya en los brazos de Papá Dios y que sigas
presente en nuestros agradecidos corazones…
……………………………
El
día 22 de febrero de 2002 Juan José Aldaz recibió amenazas de muerte, remitidas
por enemigos anónimos. Enseguida toda la comunidad parroquial de la diócesis de
San Maros (Guatemala) elevó este escrito a los medios de comunicación y a la
misma presidencia de la Republicada, escrito que, entre otras cosas, decía:
SOLIDARIDAD CON JUAN JOSÉ ALDAZ
Los
sacerdotes, religiosas, catequistas, laicos y laicas de la Diócesis de san
Marcos, (Guatemala) manifestamos nuestra solidaridad con el caminar pastoral de
nuestra querida Diócesis que hoy es más fuerte que nunca, porque el espíritu de
Cristo sigue sembrando semillas de justicia, verdad y paz, en medio de la
crisis que golpea más a los pobres y calumnia a las instituciones que son
fieles al evangelio del Señor Jesús, principalmente cuando alzan su voz
pidiendo tierra, educación, salud y derechos humanos.
No
nos extraña que en nuestro país los poderes ocultos sigan impidiendo el
florecimiento de la democracia, alimentando grupos armados, actividades de
intimidación y amenazas de muerte contra servidores del pueblo de Dios:
Sacerdotes, religiosas, catequistas, laicos y laicas.
Pero
también nos sentimos preocupados frente a los últimos hechos que han ido
sucediendo en contra de la Diócesis de San Marcos: a) El comunicado de la
Cámara del Agro acusando falsamente al Obispo y a la Diócesis de San Marcos
como instigadora de invasión de tierras por parte de nuestros hermanos
campesinos b) las amenazas de muerte contra el Padre Juan José Aldaz párroco
del Rodeo.
Afortunadamente, parece ser que dicha denuncia no tuvo consecuencias y Juan José Aldaz no llegó a sufrir ningún atentado.
…………………
El 5 de junio de 2012 fuimos algunos Amigos del
IEME a ver el Museo de la Evolución Humana, en Burgos. Allí estuvo Juanjo
Aldaz, está de pie, detrás de Celso Abad (que tiene camisa azul y rebeca blanca en la mano).
Dos días des pues del fallecimiento de Juan José Aldaz en Pamplona, recibí yo muchos correos de condolencia. Entre todos, recojo éste de José Antonio Izquierdo:
Amigo Ángel: Leí anoche, ya algo tarde, tu correo con
esta triste noticia. He estado inquieto toda la noche porque "algo se
muere en el alma cuando un amigo se va". Aldaz fue para mí amigo,
compañero y condiscípulo. Desde el principio nos entendimos bien, congeniábamos
y eso era importante. Claro, que congeniar con el y apreciarle era natural; una
consecuencia más de su carácter bonachón. Coincidimos sólo un curso en Burgos,
el último, suficiente e intenso en el trato. Aquel verano, a finales ya de
junio y a punto de comenzar los Ejercicios previos a nuestra Ordenación:
"Te vienes a Pamplona y subimos al castillo de Javier". Y subimos. En
una Vespa que renqueaba por aquellas cuestas; sin cascos, sin pericia, y con
mucho atrevimiento; superaron la prueba nuestros Ángeles de la Guarda. Allí, en
Javier, rezamos Vísperas. "Aquí estamos dos misionerillos pidiendo que se
nos pegue algo de Ti"; algo así fue lo que rezó. Juanjo ha dado
pruebas de que el contagio le alcanzó de lleno.
Nos volvimos a ver pasados muchos años, cuando la
enfermedad de Alzheimer ya le minaba por dentro. Le di un abrazo y me vine con
el dolor de ser para el un extraño. No me reconocía. Ni siquiera cuando quise
que se acordara de lo poco que le gustaba que, adrede, cambiara Donamaría, su
segundo apellido, por Doñamaría.
El Evangelio que se lee hoy nos recuerda que Dios se revela a los sencillos y que nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Por sencillo y porque el Hijo se lo ha querido revelar, Aldaz vive ya en la plena Revelación. Ahora, tantos años después, lejos incluso del Castillo de Javier, soy yo el que te pide que me contagies algo de lo que ya ves. Tenlo en cuenta, querido amigo Juan José Aldaz "Doñamaría".
Destinados a misiones en 1964. Juan José Aldaz,
es el segundo empezando por la izquierda, de los que están sentados en el suelo.
Y José Antonio Izquierdo es el segundo, empezando también por la izquierda, de
los que están con sotana negra.
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