Alfonso Marín, misionero y humanista
Alfonso Marín Sicilia
Misionero en Colombia y Subdelegado del Gobierno en Granada
Alfonso
Marín
Fue el primer misionero del IEME procedente de la diócesis de
Córdoba. Ordenado sacerdote el 5 de julio de 1964, fue destinado al Vicariato
del san Jorge (Colombia).
Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del seminario
de San Pelagio de córdoba y promotor de la Fundación Humanitas Córdoba, fue
Director Provincial del INEM en Córdoba y Sevilla, así como Subdelegado del
Gobierno en Granada. En la madrugada del miércoles, 16 de septiembre de 2009,
se produjo su fallecimiento, a los 69 años de edad, tras una larga enfermedad a
la que supo enfrentarse con la ayuda de su fe cristiana y con el optimismo
vital que tanto le caracterizaba. Nacido en Carcabuey (Córdoba), casado con
Marie Ospino, a la que conoció en Colombia y con la que tuvo cinco hijos,
Alfonso Marín Sicilia estuvo siempre plenamente comprometido con los valores y
principios del pensamiento humanista, desde la pluralidad y el respeto en su
proyección a la diversidad de las personas. Una vida dedicada al servicio de
los demás
El día 20 de octubre de 2003, el periódico IDEAL,
de Granada publicaba una entrevista a doble página de nuestro compañero y amigo
Alfonso Marín Sicilia, por entonces subdelegado del Gobierno en Granada.
Entonces Alfonso Marín tenía 63 años. Resumo un tanto la entrevista:
Dice el periodista que Alfonso Marín es enérgico y afable
“y de los que van tan
‘al grano’, que apenas se extiende más de quince palabras en cada respuesta de
la entrevista”. Es Licenciado en Filosofía. Como técnico de empresas trabajó
durante diez años en distintos países de Latinoamérica y allí conoció a su
mujer, Marie Ospino, colombiana, con la que se vino a España. Ahora tiene ya 5
hijos, todos varones.
“Como brotes de olivo…” los hijos de
Alfonso y Marie:
Alfonso Carlos, José Miguel, Luis Carlos, Juan y Jesús
Fue director del INEM en y después en Sevilla córdoba. Aunque
era del PP, se consideraba más un profesional que un político. Comentaba que su
vida no la había basado en tener éxitos sino en ser coherente. Decía que se
reconocía a sí mismo y que no estaba arrepentido de nada de lo que había hecho,
hasta el punto de que volvería a repetir su trayectoria de vida.
Consideraba que todo el mundo tiene que buscarse y encontrar
un hueco en la vida, pero sin atropellar la ajena. Reconocía que razón y
justicia no siempre van juntas. No creía en la máxima de que “Dios creó al
hombre al final de una semana de trabajo, cuando ya estaba cansado” porque si
Dios se cansara no sería Dios, la humanidad - decía - es fruto de la proyección
divina.
Le preguntaba el periodista que, si todos andamos detrás de
la felicidad, ¿es porque ninguno la tiene? Y Alfonso contestaba: “la felicidad
no es un estado sino aspiración legítima”. Para él el dinero era un medio
indispensable del que reconocía que lo era casi todo en la actual sociedad,
pero, como fin, era un medio maldito. Consideraba que “el gran valor lo tiene
una persona y por la persona soy capaz de sacrificar el último euro”.
Acerca de la educación de los hijos Alfonso pensaba que ella
no se basaba en teorías sino en el amor de cada día y que el comportamiento de
los hijos casi siempre está ligado al comportamiento de los padres. La
ejemplaridad es lo primero.
En otro momento le preguntaba el periodista acerca de su
concepto del amor y respondió: “El amor nace de pronto, se construye cada día y
permanece aún después de la vida”.
Ante la frase del periodista: ‘Mientras usted reposa, yo
descanso’, escribió un yerno en el epitafio de su suegra” Alfonso Marín
responde tajante: “No es de bien nacidos descansar sobre los muertos”.
A Alfonso no le gustaba aparecer demasiado en los actos
sociales “porque le faltaba tiempo”, si bien le encantaba la vida social sana.
Soñaba con la armonía, le costaba trabajo no decir lo que pensaba, esperaba con
ansia el día en que las Administraciones se reunieran con frecuencia para
servir mejor en común a los ciudadanos.
“Lo dicho, este hombre está por descubrir”, terminaba
diciendo el periodista.
Ejemplo en su familia
Decía, y con razón, que su familia era una explosión
demográfica. Sus padres tuvieron once hijos, de los que todavía la mayoría vive,
y él - junto a su mujer Marie Ospino, colombiana - tiene cinco, todos varones.
La pasión por la política o, mejor dicho, la vocación de
servicio a los demás, puede que también sea una cuestión genética pues su padre
fue en dos ocasiones alcalde de su pueblo, Carcabuey, Córdoba, y aún pervive su
labor aunque hace ya muchos años que falleció.
De su progenitor dice que la gran herencia que le dejó a sus
hijos no fue, precisamente, dinero, (pues trabajó como comerciante de tejidos,
empleado de Cajasur, gerente de una fábrica de aceites «y allí donde pudiera
ganar algo de dinero para llevárselo a su familia») sino la seriedad ante la
vida y la palabra dada; la fidelidad, la dedicación, la ejemplaridad y el ansia
por luchar día a día. «Nada nos viene regalado - dice Alfonso Marín Sicilia - y
nada se recibe gratuitamente en la vida. De él aprendí que o luchas o te
mueres».
Y, entre lucha y lucha, pasear, - que es lo que de verdad le
gusta - aunque su plato fuerte son las tertulias, que lo mismo pueden ser de
amigos a quienes les gusta el canto gregoriano o la filosofía.
Y no cabe duda de que entre esos amigos nos encontramos nosotros, los que componemos esta gran Familia de Amigos del IEME.
Foto enviada por José Antonio Izquierdo
De
izquierda a derecha, empezando por arriba: Alfonso Marín Sicilia,
destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia). Pedro Gómez Ponce,
el de Irra, destinado a la misión del Chamí (Colombia). Antonio Zarandona
Landeras, militar, destinado a Upala (Costa Rica). Hermano Narciso… Antonio
Ónega Pacín, destinado a la misión del Chamí (Colombia). Marcelino Martínez,
destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia). José Fernández
Alcántara, hermano del padre Sebastián de Bogotá, destinado al Vicariato
Apostólico del San Jorge (Colombia).
En el
centro: Hermano Gilberto Pino, destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge
(Colombia). José Antonio Izquierdo, destinado al Vicariato Apostólico del San
Jorge (Colombia). Ricardo Echeverría, destinado a la Administración Apostólica
del Petén (Guatemala) Victoriano Garrido, destinado a la Administración
Apostólica del Petén (Guatemala)
Sentados, en primera fila: El que está de blanco sentado era un cura toledano… Juan José Aldaz, destinado a la Administración Apostólica del Petén (Guatemala). Alberto Áriz, después de dos años en Alzola, fue destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia). Daniel Ferri, destinado a la Administración Apostólica del Petén (Guatemala). Otro que llegó de cura cuyo nombre no sé…
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