José Mª Videgáin, misionero en Japón

 

IN MEMORIAM JOSÉ MARÍA VIDEGÁIN

Misionero en Japón


 

Foto enviada por Pepe Muñoz: 

1ª fila (arriba): Eduardo Llobet, Ángel Arnaldos y José Luis Vélaz (solo de le ve la cabeza)

2ª fila (central): José Luis Gómez Barona, Pepe Muñoz y Emilio Gil Pellejero.

3ª fila: (abajo): José Luis Ruiz Hernández, Carlos Omeñaca, Fausto Franco, Pepe Leal y José María Videgáin.

Es el mismo orden de los de la foto de la derecha. 1960 y 50 años después.  Nos ordenamos el día 10 de julio. Nos ordenó Monseñor Leguina. Han fallecido 4: Omeñaca, Vélaz, Pepe Leal y Videgáin. Nos secularizamos 3: Llobet, Vélaz y Pepe Muñoz. 

El día 22 de marzo de 2019 informaba yo del funeral en el IEME por Enrique Ferrando y José María Videgáin. Enviaba una serie de recuerdos de varios compañeros, referidos a Videgáin. correos que reenvío más abajo.      

Pepe Muñoz: Videgáin era de mi curso. Nos ordenamos en 1960. Hicimos el viaje juntos. Yo para Guatemala y Videgáin para Japón pasando por California unos años. Del curso estamos vivos todavía, Pepe Leal en Sevilla. Jose Luis Ruiz en Pirineos. Eduardo Llobet en Galicia. Ángel Arnaldos en Zimbabue. José Luis Gómez Barona en Costa Rica. Emilio Gil en Barcelona y un servidor de ustedes.
Videgáin recogía cartones en Japón por las mañanas y el dinero era para niños de Filipinas y no recuerdo si de la India también.

Alfonso Gamero: Entre otras cosas, Santos Mercado me decía que estuvo toda la vida en Japón y recogiendo papeles para dar a los necesitados lo que podía. En Alzola fue profe mío, guardo de él muy buen recuerdo.

Eugenio González: Videgáin, una gran persona. Antes de ir yo al IEME, en la Legión de María de Burgos nos acompañaba a un grupo de adolescentes. Guardo un buen recuerdo de él.

JIM: Cuando llegó a Alzola venia cargado fe estampas muy bonitas. Y como no sabía jugar bien al futbolín, retaba a todos y daba una estampita al que le ganaba. Era una fila la que hacíamos para ganarle, hasta que aprendió y ya no resultaba tan fácil. Pero con “el truco de la estampita" el que no soltaba el futbolín en todo el recreo era él.
        Era muy alegre. Nunca le vimos serio por nada. Lo queríamos mucho y nos comprendía y trataba como iguales. Nunca le vi un gesto de autoridad sino siempre de complicidad, de cariño y de comprensión de nuestros problemas. Nos contó que en Los Ángeles aprendió inglés en poco tiempo, encerrándose a ver TV.
        Una vez en verano lo encontré en Bilbao y le llevé a que conociera a mis tíos, en cuya casa estaba yo hospedado. Cuando llegamos, mi tía estaba reunida tomando una merienda con un grupo grande de sus amigas. Se enamoraron todas de él, es que era un tipazo. Merendó con ellas toreando sus comentarios. Cuando le acompañé a la puerta me dijo con su sonrisa y ojillos azules de picardía: " joder con tu tía y sus amigas..." Mi tía me estuvo preguntando por él todo el año.
        Una vez le tocó incluso llevarnos al grupo que nos examinábamos por libre en Bilbao. Quienes sufrimos esas experiencias recordaréis los madrugones, el frío y lluvia y las curvas de la carretera que hacían que algunos vomitáramos. Nos llevó a una cafetería a tomar un café caliente con leche y pan. Luego no se apartó ni un minuto de nosotros, esperando en el frío patio del instituto como una madre preocupada. Su empatía era una muestra de su gran corazón, lleno de verdadera ternura. Lo dicho. Un tipazo en todo sentido.

Antonio Ruiz: Recuerdo perfectamente a José María Videgáin y su paso por Alzola. Fue profesor nuestro de Inglés, pues había estado aprendiéndolo en Los Ángeles y, antes de incorporarse a su misión de Japón, le tocó aguantar a unos "mocosos" y enseñarnos la asignatura que le tocó. Recuerdo que en los paseos y alguna vez en los recreos le gustaba tocar la armónica, lo que fuera, y al que acertaba el título de lo interpretado le regalaba una estampa...
       Tuvimos la suerte de reunirnos hace unos años con él en Burgos, cenando en casa de otro de nuestros profesores, Luis de la Torre, también ausente ya... Y conocimos al hombre y sacerdote entregado a su querido Japón. Nos habló de los Traperos y de la recogida de cartones con mucha humildad... Buen recuerdo de muy buena persona. DEP.

Jesús Alejos: A propósito de José Mª Videgáin. Corroborando lo que han dicho mis compañeros de Alzola, extraigo algunas líneas de una carta que le escribí allá por el año 94, después de pasar Videgáin por Burgos.

“…Mi mente vuela a Alzola y una película de hechos, acontecimientos, vivencias, alegrías y algunas penillas pasan por mi cabeza. Al cabo de tanto tiempo (creo que llegaste a Alzola en el curso 64-65), afortunadamente, queda lo positivo y recuerdo con cariño aquellos años pasados y a las personas con las que conviví. Aparte de los compañeros, hago una mención especial para ti, Ciriaco, Rafa, Luis, Ónega…

Te recuerdo como una persona muy agradable (y lo corroboro después del breve encuentro que tuvimos en la estación de Burgos), muy amigo de los chicos. Siempre queríamos jugar contigo al futbolín. Nos gustaba ir a tu cuarto donde se oía suavemente música de Jorge Negrete u otra música americana. Te pedíamos estampas de la Virgen de Guadalupe. Te oíamos junto a Azcárate tocar el piano a cuatro manos. ¡Qué maravilla! También paseando oíamos tu armónica doble tocando el Sitio de Zaragoza…  La afición por la Música, el Deporte, el contacto con la Naturaleza, entre otras muchas cosas, nos las inculcasteis vosotros…

Después de la estancia en Alzola y en Burgos (cursé los años de Filosofía) y, después, coincidiendo con el traslado del IEME a Madrid, hice Magisterio. Me encanta mi trabajo. Como a ti, me gustan mucho los niños. Me ha tocado impartir clases de la mayoría de las asignaturas (creo que a vosotros también os tocaba dar de todo). Recuerdo tus clases con agrado. Sabías motivarnos y era un gozo escucharte… …

A la vista de tantos recuerdos, yo quisiera aprovechar esta carta para darte a ti y a los compañeros antes mencionados, aunque sea después de tantos años, las gracias por vuestros esfuerzos, vuestras enseñanzas y vivencias compartidas.

Un fuerte abrazo y hasta siempre, amigo Videgáin.”

Amigo Videgáin: Que seas feliz en el camino de tu Evolución.  Jesús Alejos

 

 

Comentarios

  1. Qué gran persona el padre Videgain !!!. A las historias que Angel ha puesto en la reseña quiero añadir otra, tierna y chistosa a la vez. Tuve muchos problemas dentales mientras estuve en Alzola. El padre Videgain tenía, a pesar de su juventud, una prótesis dental que le hacía ver muy bien la dentadura. Una tarde, no aguantaba un dolor de muelas y el Padre Videgain me dió un frasquito con una especie de loción muy fuerte ( lo que ahora conocemos como enjuague bucal) y me recomendó que, cuando no aguantara el dolor, me enguajara un rato la boca y mis encías quedarían adormecidas por un tiempo. Era un enjuague muy fuerte, Listerine creo que se llama, y tenía el color amielado del moscatel.
    A menudo ayudaba yo a los padres que decían misa luego de la misa normal, en la vacía capilla. El "premio" era terminar las vinagreras en las que quedaba siempre un poco del mosto sin consagrar. Lo que hacía era que guardaba todo, dejaba las vinagreras en espera sin lavar, y bajaba durante el recreo a echarme ese "traguito" como pago por el servicio.
    Un día, al llegar a por mi "txiquito" de vino, ví que otro se me había adelantado y la vinagrera estaba vacía. Lo mismo pasó el día siguiente. Así que no se me ocurrió otra trampa que vaciar la vinagrera después de la misa y , en lugar del mosto, poner un chorro del elixir que el padre Videgain me había dado para el dolor de muelas.
    En le recreo bajé a ver si había caído el ladronzuelo y, en efecto, la viagrera estaba vacía. Jesús Alejos estaba, como loco, enguajándose la boca y tratando de vomitar el ardiente enguaje. No sé si él lo recuerda. Yo tengo memoria de elefante y recuerdo además las cosas "como en cine", o sea, en imágenes.
    El padre Videgain me pidió le devolviera su elixir, y tuve que confresarle que lo había terminado todo. Puso cara de extrañeza, pero no me reclamó nada. Supongo que tuvo que esperar un tiempo hasta recibir una nueva botella, y en el fondo me arrepentí de haber usado su medicina para pillar al pícaro de Jesús que se estaba beneficiando de mis restos de vinito sin consagrar.
    Así de traviesos éramos de niños y por eso somos tan responsables ahora de grandes.

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