Alberto Áriz, misionero en Perú
Alberto Áriz
Misionero en Perú
Áriz en Asillo (Puno, Perú)
El pasado día 23 de diciembre, recibí un correo de Rafael
Janín informándome del fallecimiento de Alberto Áriz, en Pamplona. El texto de
su correo era el siguiente: “Alberto Áriz falleció esta noche pasada,
después de estas semanas que ha pasado entre la vida y la muerte, viviendo de
milagro, y con la vida pendiente de un hilo. El funeral va a ser mañana (día
24) a las 18 h. en la capilla grande del Seminario de Pamplona, edificio en el
que está la residencia en la que ha pasado estos últimos años. Tiene, por lo
menos, un hermano casado y con hijos que viven en Pamplona. Supongo que,
después de Navidad, habrá otro funeral en su pueblo, Villafranca de Navarra”
Y el 25 de diciembre recibí este otro correo de Rafael
Janín informándonos del desarrollo del funeral de Alberto Áriz en Pamplona:
“Puedo informarte un poco sobre su funeral. La primero, que
fue atípico, por ser ya la vigilia de Navidad, es que todo fue con ornamentos
blancos y con los formularios de la Misa de la víspera de Navidad. Se
alternaron os cantos de difuntos con los villancicos, el "Tú nos dijiste
que la muerte" con el "Noche de Dios, noche de paz".
El funeral lo presidió nuestro arzobispo Don Francisco Pérez
González, que, en su homilía, y como burgalés que es, recordó hasta el fajín
rojo que llevábamos los seminaristas del Seminario de Misiones. Concelebramos
con él unos catorce o dieciséis presbíteros, entre los cuales Antonio González,
secretario general del IEME, que, a pesar de ser la tarde de Nochebuena, se las
arregló para venir desde Zaragoza y volverse inmediatamente después de la misa.
También estaba Guillermo Múgica, compañero de Alberto en el Perú. Y, entre los
del IEME, Cirilo Orradre, José Antonio Izco y yo.
Pero, entre los bancos de los fieles estaban además Patxi
Beloki, recién vuelto de Zimbabue, José Manuel Miranda, Javi López Núñez, José
Javier Rotellar y José Mari Lerga. Y otros antiguos compañeros de Alberto del
Seminario de Pamplona.
La familia de Alberto estaba al pleno, con su hermano,
cuñadas, sobrinos, y sobrinos nietos. Cirilo Orradre leyó al principio el
recorrido histórico de la vida de Alberto, pasando por Alzola, el Vicariato de
San Jorge, el Seminario de Misiones de Burgos, estudios varios, rector del
Seminario de Misiones ya en Madrid, misión en Perú y regreso a España. Al
final, también Antonio González tuvo unas palabras en nombre del IEME, Y tres
sobrinas nietas interpretaron con diversos instrumentos de viento el "Agur
Jaunak", canto tradicional vasco de saludo y de homenaje”.
De: Jose Luis Gómez Barona: Una sorpresa la partida a
la casa del Padre del Compañero Alberto Áriz. Estuvimos un corto tiempo en Perú
donde quiso dar lo mejor de sí mismo a la tarea misionera. La situación de su
salud un tanto precaria no se lo permitió. Una pérdida sensible, pero la
naturaleza con sus incongruencias nos pone condiciones. Parecía de una salud de
roble, pero su voluntad era clara y 2 manifiesta. El Señor lo quería y
necesitaba en su Navarra natal. Descanse en paz en la plenitud del Reino por el
que trabajó con denuedo y entrega. Un sentido pésame a todos los compañeros y
su familia.
De Miguel L. del Bosque: Sobre Alberto Áriz te diré
que lo conocí cuando llegué a Burgos; él estudiaba cuarto de teología y yo
tercero de filosofía. Su trato, si bien socarrón, era tremendamente humano y
acogedor. Nunca hubiera pensado que los "teólogos" pudieran tener ese
trato con los "filósofos", yo era nuevo y en el lugar de donde
procedía, esa relación de natural cordialidad no se estilaba, más bien se
procuraba vetar (aun no entiendo por qué). Cuando me expulsaron de Mozambique
volví a toparme con él. esta vez en Madrid. Alberto era el rector del Seminario
de Misiones y a mí, mientras esperábamos para retornar a Mozambique, me
nombraron formador y, a su sombra, con su asesoría y su forma tan humana de ser
y actuar, aprendí a resituarme en el nuevo rol que me fue asignado. Sé que no
llegué ni a la altura de sus zapatos, pues su trato, su quehacer y su total
disponibilidad sólo podían ser merecedores de encomio y aplauso permanente.
Creo que tenía tomada la medida justa de hasta dónde podía llegar y de cuándo y
dónde tenía que parar, practicándolo con toda naturalidad. Para mí fue una
auténtica lección viva y un maestro-amigo. Descanse en paz.
De: Jose Ignacio Mata: Muy
triste la noticia de la muerte de Alberto Ariz. Creo que hemos hablado de él en
otras entradas del blog, pero Ariz merece su propia página pues tuvo una vida
que, sin duda, influyó muy favorablemente a muchos de nosotros. Como lo que
mejor define a una persona son sus obras, comparto algunas historias, aunque
creo que algunas ya las he comentado en otras ocasiones. Conocí al Padre Áriz
en Alzola, donde era prefecto de disciplina cuando llegué, con diez años recién
cumplidos, en septiembre de 1963. Era en ese tiempo de figura imponente (no muy
alto, pero grande) y cara de pocos amigos que se transformaba en puro dulce
cuando se reía, cosa frecuente.
Primero lo recuerdo como muy exigente
en el tema de la disciplina. Como yo no era muy "estudioso" que
digamos, siempre me reclamaba que ponía poco esfuerzo. Era normal que mis notas
fueran 5 en "aplicación" aunque las notas de las asignaturas fueran
buenas, siempre alrededor de notable y más en las asignaturas que me gustaban.
Todos los meses me echaba el consabido sermón por esta causa.
De su forma de educar recuerdo una
anécdota muy específica. Pasaba cada año por Alzola la vuelta ciclista a
España. Los ciclistas se quedaban a hacer noche en alguno de los balnearios y
nosotros, fanáticos, buscábamos cómo conseguir algún autógrafo. Había, en el
bajo del edificio nuevo, junto a la sala donde teníamos una mesa de billar, una
puerta que salía justo donde algunos de ellos estacionaban sus bicicletas. Un
día, al amanecer, me escabullí y logré algunas de las ansiadas firmas. Al
regresar, choqué con la figura imponente y el gesto adusto del Padre Áriz,
brazos cruzados y cara de juez mientras me pedía le diera mi libreta de
autógrafos. La mantuvo decomisada por unos días, hasta que me llamó para
devolvérmela, cuando la daba yo ya por perdida.
Podéis imaginar mi sorpresa cuando vi
que en sus páginas estaban los autógrafos de los más admirados y difíciles
héroes del ciclismo nacional. Pensé que era una forma caritativa de estimular a
un pupilo, y estuve presumiendo de las firmas ante los demás colegas. Hasta que
un par de días después me llamó y me confesó que todas las firmas eran falsas.
El mismo las había hecho sin siquiera preocuparse en que se parecieran a las
originales. Esa "estafa" le dio oportunidad de hablarme de la vanidad
de ciertas costumbres y del verdadero valor de las cosas, siempre que creamos
en ellas. Conservé muchos años la libreta como muestra de una lección que me
sirvió luego mucho en la vida. De la etapa de Burgos recuerdo al Padre Áriz
jugando de defensa, en días de nevada, DESCALZO, y reventando la pelota hasta
la portería contraria con patadones que sonaban a cañonazos. Cuando estuvimos
en Madrid, me echó una buena mano apoyando mis clases en la academia para
obreros en Valdezarza. Mis temas eran sociales y de acuerdo al interés de los y
las alumnos. En mi caso, el grupo pidió hablar de temas de sexualidad, nivel
adulto (placer, orgasmo, control de la fertilidad etc.) que, dados mis escasos
18 años, resultaban todavía algo escabrosos para mí. Sobre todo, porque mis
alumnos y alumnas eran obreros adultos ya bien bragados. El Padre Áriz entró al
quite dando algunas de las clases más difíciles, en las que yo me sentaba entre
el resto del grupo y actuaba como intermediario para las preguntas que
resultaban penosas hasta para quienes las formulaban. Como mujeres preguntando
qué era eso de los orgasmos y por qué ellas, luego de años de matrimonio, no
recordaban haberlos experimentado. O cómo era que habían quedado embarazadas,
aunque habían practicado el "retroceso" (técnica conocida también
como "apearse en marcha"). Por esa experiencia el Padre Ariz me
regaló el libro " Sexualidad Humana", de Alfred Kinsey, que todavía
conservo. El Padre Áriz, estoy seguro, conocía perfectamente mis
"andanzas" e inquietudes, mi rebeldía y mi espíritu inquieto de león
enjaulado en todos los campos, tanto del saber como de la vida. Así que siempre
fue muy abierto y comprensivo conmigo en la etapa en que fue rector del IEME en
Madrid. Dalia, la que es mi esposa, llegó a conocerlo y lo recuerda también con
muchísimo cariño. Sabemos que está gozando de su merecido premio en el Paraíso.
De: Juan Febrero: Yo estuve con él en La Tinguiña, vivimos juntos varios años: Guillermo, Áriz y yo. Yo me ordené al poco tiempo de llegar él al Perú y en la Parroquia que comprendía dos grandes distritos, él se encargaba de los caseríos del campo, eran los tiempos de las cooperativas agrarias, de la Reforma Agraria, de los campesinos eventuales y sin tierra, La organización del movimiento campesino. Todas las tardes salía al campo; y yo de los dos centros poblados. Él me enseñó a conducir el volkswagen. Mi padre y hermanos le llamaban el cura de la gorra. Por el 1978 él se fue a trabajar a la parroquia del centro minero más importante de Ica: Marcona, con un cura irlandés.
Misioneros
1964
Foto enviada por José Antonio Izquierdo
De izquierda a derecha, empezando por
arriba: Alfonso Marín Sicilia, destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge
(Colombia). Pedro Gómez Ponce, el de Irra, destinado a la misión del Chamí
(Colombia). Antonio Zarandona Landeras, militar, destinado a Upala (Costa Rica).
Hermano Narciso… Antonio Ónega Pacín, destinado a la misión del Chamí
(Colombia). Marcelino Martínez, destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge
(Colombia). José Fernández Alcántara, hermano del padre Sebastián de Bogotá,
destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia).
En el centro: Hermano Gilberto Pino,
destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia). José Antonio
Izquierdo, destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge (Colombia). Ricardo
Echeverría, destinado a la Administración Apostólica del Petén (Guatemala) Victoriano
Garrido, destinado a la Administración Apostólica del Petén (Guatemala)
Sentados, en primera fila: El que está
de blanco sentado era un cura toledano… Juan José Aldaz, destinado a la
Administración Apostólica del Petén (Guatemala). Alberto Áriz, después
de dos años en Alzola, fue destinado al Vicariato Apostólico del San Jorge
(Colombia). Daniel Ferri, destinado a la Administración Apostólica del Petén
(Guatemala), otro que llegó de cura cuyo nombre desconozco…
¿Que no aparece nada mío? Por supuesto que he escrito, solo que lo envié para que salga en el Folleto que harán en el IEME. Y es que viví una larga etapa con él en Madrid y otra larga en el Altiplano Peruano. ¿Cómo para no tener mucho que agradecer por la vida de Alberto!
ResponderEliminarMe cabe el honor de haberlo acompañado al cardiólog en Puno, de haber comprado con él billete inmediato para Lima y de visitarlo luego en su querida tierra navarra, siempre que viajaba a España.
DEP, "Albertín", muchos te estamos muy agradecidos.